Preciosa la mañana que te tuve,
Cuando las palabras entre los dos
Eran nubes de oros y destellos,
Y la vida un fuerte amor soluble.
Candente la tarde con sus quehaceres
Y nuestros cuerpos entre mezclados.
Recuerdo cada golpe seco de los relojes,
Las manos viajeras y los besos salados.
Ahora te tengo en el horizonte,
De frente al sol que muere en el cielo,
Con aura de ser vacío en un pleno,
Te quedas ahí, obscura e inerte.
Los nombres, tuyo y mío, un versículo
De bélicas sombras como de muerte,
Suspendidas paralelas, frente a frente,
En un interminable y funesto crepúsculo.
- Autor: Héctor Adolfo Campa (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de junio de 2014 a las 15:23
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 58
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