Los solitarios, aquellos cadáveres sombríos destinados a la barra y a los tragos intravenosos que van directo a los espejos asimétricos del borgoña, delicado el riachuelo de los devotos al arte o al misticismo baja calzones… Pero solos, egoístas consigo mismo las sombras del desierto.
Los otros en las mesas sociales, y con las jarras de par en par, enormes sangrados para bombear las oportunidades de la noche. Las mujeres ya a esta hora aúllan y a los hombres ya se les caen las ojeras como piñatas pueriles… Las costillas suenan y el acompañamiento aguarda en Mi Casa, sus casas.
Veo cada luz que se desprende, casi sólidas, de los tecnológicos aparatos deslenguados que no me dejan de hablar <Se libre> me dijeron en otro idioma, debo estar muerto para entender latín y vociferar trabalenguas esqueléticos.
La virtud de la muerte es que la ignoramos gran parte del tiempo, no solo se muere, más bien se duerme, y no es la gran cosa… Tampoco una cuestión poética o filosófica para la charlatanería… Todos sin duda morimos ¿De qué forma? solo los más valientes eligen su final y los que no la escribimos.
Lo único que es cierto es que el Habana n°7 es más barato acá que allá donde los lunares del pueblo Ario se suben a los autos con los rompe botellas, allá donde los excesos son buenos.
- Autor: srakkin ( Offline)
- Publicado: 8 de junio de 2014 a las 18:47
- Comentario del autor sobre el poema: La Biblioteca es un bar de alguna esquina de la ciudad de La Serena en Chile... Y "Mi Casa" es un restauran que queda subiendo las escaleras.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
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