Te busqué en un millón de amaneceres,
toda una vida creando sueños perfectos
donde abundaban los placeres,
donde no existían los defectos.
Pero ahora por fortuna apareces
tu simple presencia me enriquece,
enamorada hasta de tus sandeces
y es que tus dulces besos me enloquecen.
Abrázame en las noches de invierno
acaríciame cuando te mire a los ojos,
haz que cada uno de mis días se haga eterno
te diré te quiero entre mis más profundos sollozos.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.