Café frio

Esteban Mario Couceyro

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Para todo hay una razón y mis actividades se incrementaron, con el pasar del día, sentado tras la viriera del café, todo se tornaba amarillo rojizo, a medida que el sol se escapaba, hacia mejores lugares que iluminar. En eso estaba, cuando aparece Beto, como si se tratase de un huracán, no miento si te digo que venía alteradísimo, con un manojo de papeles debajo del brazo.

Imagínate, a un servidor sentado a la mesa, abotagado por mis propias melancolías, frente a un café un tanto frío, de abandono.

Beto, sin miramientos, se desploma sobre la silla, arrojando los papeles sobre la mesa y yo inmóvil, totalmente envarado, sin poder articular palabra, indefenso miraba todo como un espectador.

Por fin, él se detuvo y tras una pausa, me pregunta si estaba bien, salí del marasmo con presteza y le pregunté que le pasaba, que venía tan alterado.

Mientras le preguntaba, él con desparpajo, empinó mi café frío, relajándose en la silla, dejando de a poco que la sangre de su rubicunda cara de normalizara.

“los tengo agarrados…”, solo eso pudo decir, pues comenzó a tomarse mi agua, contrariado ante esas necesidades súbitas, llamo a la moza para que nos sirva unos refrescos.

Al llegar la moza a tomar el pedido, él con premura y hosquedad, retira los escritos ante mi mirada reprobatoria.

Una vez solos, con voz desfalleciente, comienza a relatar una serie de especulaciones técnicas, que me pierden, entonces ya hastiado de eso, le corto, diciéndole que concrete.

“Estamos en problemas…”, yo en ese punto, definitivamente alterado, le pregunto “¿nosotros?” y me contesta “no, que va…, todos en este planeta…, si no se detienen”.

En mi vida he visto tantas cosas, que mis ojos ya tienen callos, pero la cara de ese loco, me asustó, hablaba con dificultad y sus manos le traicionaban con torpeza, queriendo demostrarme con dibujos elementales, lo que ocurría.

En determinado momento, sentí desfallecer mi intelecto, tratando de comprender.

Cuando llegaron los jugos, alcanzó a decirme, por lo bajo “no comprendo, como gente de preparación científica, puede hacer eso…, destruirán todo…”.

Lo que me decía, es muy grave y comprendía la situación, pero ya estaba anestesiado, ausente de todo estupor.

Fue así que tomé los papeles de Beto, los guardé en mi bolso y le invité a la barra del bar.

 

Hoy amanecí con cierto malestar, pero con la mente clarísima y tomando café, comencé a ordenar los escritos de mi compañero, de más está decir, del lamentable estado en que él se encuentra, pero se le pasará y esto me da tiempo para digerir las novedades.

Respecto a sus dichos, no se si el peligro es inminente, ni cuanto de lejos llegarán, no tengo la capacidad de razonamiento que él, que por cierto se mostraba muy alterado.

 

Por fuera, el día se presenta claro, el sol había regresado, con la lentitud característica del lugar, solo en estos papeles vibra el desconcierto, me veo en el reflejo de la ventana, veo todo lo pequeño que soy.

 

  • Autor: Esteban Couceyro (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de junio de 2014 a las 10:03
  • Comentario del autor sobre el poema: Relato corto, de un espía industrial
  • Categoría: Surrealista
  • Lecturas: 64
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Comentarios2

  • esthelarez

    mmmmmmm
    me quedé desconcertada...
    Mi saludo fraterno envío para ti desde mi linda amada Colombia del alma mía.
    😉

    • Esteban Mario Couceyro

      Como todos los que involuntariamente, vivimos los manejos de esta gente.
      Un saludo desde esta Argentina invernal
      Esteban

      • esthelarez

        😉
        ahora si, confirmo mis sospechas...
        Gracias!
        😉

      • anbel

        ¡Que intrigada me dejas!, ¿que dirían tan importantes escritos?...Aquí me tienes comiéndome la cabeza por la causa de la preocupación y alteración de tu amigo Hugo....¿que tal le sentó el café?...Un abrazo.

        • Esteban Mario Couceyro

          Ya que lo has nombrado, en breve sabrás del por qué de tanta intriga..., cómo supiste del nombre del protagonista, ¿quizá estuviste en ese frio lugar?, ¿serías vos, la que estabas sentada a la derecha del protagonista, mirando discreta el atardecer boreal?.
          Tantas incógnitas y yo tan lejos, en este sur austral...
          Un abrazo
          Esteban

          • anbel

            Pendiente estaré ....Para la poesía y la lectura no hay distancias...estamos tan cerca o tan lejos como queramos estarlo.Un abrazo de esta gallega que te sigue.



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