POESÍA
A LA MUERTE
¡Oh! diosa, escaramuzada en tu vientre,
puñal y vientre siempre afilado
sin poder calmar nunca tu sed y tu hambre,
¡oh! diosa, a veces parece que ya vienes a buscarme
I
Teñida tu esperanza, visitando a diario cada paciente
insaciable y siempre de hambre, doña flacucha muerte,
tu apetito es sagas, llevas de todo como río en la corriente,
donde estás te busco, yo el poeta, quiero ser tu amigo eternamente.
II
Quisiera palpar, con estos mis dedos, esas tus costillas
oh tal vez contarles, y saber si tienes, algo mas o menos,
y después bajar tocando hasta sus caderas, y mas bien decirle,
¿HAY?, que rica sabe estar, doña señora muerte.
III
Si el hambre es fatal, el peligro es eterno
el comerciante atesora, y a diario busca sus ganancias,
y tú, cual sera tu capital, si a diario te tiras las ganancias,
¡oh¡ flacucha, me preocupa tu capital y hasta tus caderas,
IV
¡OH! señora, soy Quevedo, usted está buscando insaciable entre todos,
y a mi también la sed que me mata por usted,
ya no quiero estar, ni entre su capital humano, ni entre sus ganancias,
pero siempre quisiera estar en sobre de usted, disfrutando curvas y ganancias.
V
Autor:Gamaniel García Quevedo.
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