Confesiones
La verdad es que no tengo nada claro:
somos hombres, somos ángeles, no somos,
la verdad es que espero que, aclarada
o no aclarada esta duda, prosigan los planetas,
los peces, las majadas que vuelven de los campos,
apacentando eternidades con sus balidos y terneros,
que sigan los enjambres en las flores
y las flores asidas al peñasco de los montes.
La verdad es que no quiero que perdamos,
pero prefiero un mar ya sin memoria de mi especie
a mi especie sin memoria ni siquiera de nosotros mismos.
Depende de nosotros, lo comprendo,
pero no puede esperar más el resto de los habitantes,
la tierra ha de limpiar su falda del que viola
y el aire ha de asfixiar al que en sus manos lo estrangula,
no hay nada que no tenga su respuesta en lo que hacemos,
no hay equilibrio roto que no clame por justicia.
Prefiero, claro está, que comencemos a ser dignos,
esto es a dignificar cuanto tenemos:
el aire, el sol, el mar, las tradiciones
y los viejos semblantes de los padres de la historia.
Nos veo peligrar en cada aurora
no sólo por los típicos truhanes,
sino porque mentimos al espejo,
porque olvidamos todas nuestras sombras,
porque anclamos en odios sin razones,
en graves miedos que impiden avanzar rumbo a la estrella.
Y no sé si una más de mis palabras o de las tuyas
o del sol de cada tarde pueda servir como atalaya,
como puente, como surco o paredón ante el misterio,
no sé si nos salvemos por amarnos
o es simplemente ya sin vuelta el horizonte,
la muerte sin razón, la escasa vida
que entre la explotación de los que mandan
y entre la humillación de los que sufren
ya no pueda curar tras tantos siglos de los mismo.
Repito pues que habito en confusiones,
que pese a todo canto, me alegra el horizonte,
la flor en tus cabellos, tu alegría
y la firme heredad de mis hermanos frente al tiempo.
Sospecho que no es malo conservar las esperanzas,
sospecho que algo queda de las viejas ilusiones,
que es bello el convivir, que aprenderemos
y que podemos ser algo mejores cada día.
Y hasta me atrevo aquí, lleno de dudas,
a convidarte al sur, a que contigo
averigüemos lo que no sabe ninguno, lo que falta
y lo que adentro nuestro puede ser lo que nos cure.
Confieso esta alegría sin baluartes,
este tesón de humano, esta costumbre
de pese a todo arar en las aldeas de mis sueños
y con todos pretender que el fruto brote
y que el final esté donde queramos
los que aún creemos en lo eterno
y en el bello infinito del corazón de todo hombre.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
19 07 14
- Autor: Óscar Pérez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 19 de julio de 2014 a las 18:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 66
Comentarios1
Excelente reflexión amigo Óscar
bambam
Saludos, bambam, gracias por rus palabras, un abrazo.-
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.