En una mano;
el cigarro infame que desgarra el pecho.
La otra mano, añade su experiencia
sobre una seca y astillada barandilla.
Con la mirada en el fin del cielo,
alguna brisa sirve de andrajo.
Lúgubre sabor entre los labios..
Corriente del norte que no lo lleva..
Tarde que va esculpiendo ansiedades..
¡Tiempo artesano de soledad!
Oxidados nudos resguardan el cofre,
que confina mares de pensamientos, charcos vida..
Su virtud, era una simple fábula..
Su defecto, consecuencia de la bravía intemperie.
El fulgor de su mirada se difumino,
hasta llegar a ser escaso rastro nocturno.
- Autor: Matias Ezequiel (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de julio de 2014 a las 14:17
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 70
- Usuarios favoritos de este poema: Tu damisela enamorada
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