La cosa es que al final me muero
Muero porque deliro, muero
porque me dejas, muero
porque te alejas, muero
porque respiro, muero
porque las cosas se acaban, muero
porque mis ojos caminan, muero
porque no vi que me clavan, muero,
tus ojos que se terminan, muero,
tus labios que hoy son de acero, muero
porque sí, porque hace falta, muero,
porque en la cinta del día
se cortó tu compañía
y aquel hachazo me asalta, muero,
y el golpe y el desespero
y el fruto que no halla enero
para caer de la mata,
yo muero porque me matan
tu ausencia y mi desespero,
yo muero porque aún te espero,
muero débil, muero fuerte,
muero lleno de alegría,
muero de toda mi muerte
y de otras tantas todavía,
muero con mi cruz sombría
y en mi cielo verdadero,
muero amando, muero artero,
disputando tu fantasma
con mis fiebres, con el asma
de mi pluma y mi puchero,
de mi almohada y mi sendero,
de mi fe y mi cataplasma,
muero, caigo sin dinero,
sin collar en mi agonía,
sin anillo en la utopía,
sin casarme ni ir sincero,
muero en falso y no coopero
con la muerte más que andando,
más que como el mar, llorando
junto al mar que es mi agujero,
muero, por la chita cómo muero,
sin lucrar ni hacer dinero,
sin arar ni ser de cuero,
sin cemento, sin alero,
sin dios ni viejo pascuero,
sólo, tímido, extranjero
de mi patria y su destino,
de mis huesos y mi tino,
del tirano al que entrevero,
muero trigo y sin molino,
bello, errante y compañero,
sacrificado y soltero,
sin un dedo, sin un guante,
ni un rubí que me levante
de esta sangre el vertedero,
de esta lluvia el paradero,
de esta muerte el sólo instante
en que sueño ser tu amante,
ya que no fui tu madero,
ni tu amor ni tu velero,
ni tu piel ni tu sextante,
muero como el caminante
que no tiene más sendero,
ni peajes ni granero,
ni sandalias ni cuadrante,
y se orina en el camino
sobre un junco, sobre el lino
de una acequia o de un estero,
donde luego duerme fiero,
donde muerde su mendrugo,
donde clava aquel tarugo
de tu adiós en su sesero,
muero por ser quien no quiero,
por perderme en mi hidalguía,
por brindar en carestía
con los vinos del te espero,
y sencillamente muero,
no por flojo, no por libre,
no porque al fin me equilibren
ni la flor del panteonero,
ni la fosa en que me entero
que he de ser quien me asesine,
como quien no deja el cine
sino hasta que el barrendero
lo despierta o el letrero
de los créditos culmine,
simplemente es porque quiero,
porque te amo y porque espero
que ya muerto se termine
tu no estar junto a mi apero,
que el doctor que me examine
diga a todos, muy severo,
ya no sufre, ya es entero,
ya nada que hacer había,
si yo muero, en ese día
no me digas que me muero,
que hasta entonces vivir quiero
y es que te amo, vida mía.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
10 08 14
- Autor: Óscar Pérez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de agosto de 2014 a las 18:42
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 62
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Un hermoso y épico poema de la filosofia de la vida misma y del final de los tiempos del hombre como especie al tener que morirse estimado poeta y amigo Óscar Perez
Un saludo de amistad
El Hombre de la Rosa
Amigo mío, mi saludo afectuoso, feliz fin de semana..-
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