Preparado para ir por los pedazos de su corazón,
salió el poeta con su presta voluntad como bordón,
llevaba una adarga para defender lo que era suyo,
una siringa para alegrar su alma por el camino
y un sutil vestigio de lo que recordaba que era el amor.
Al llegar a la sobrepoblada Ciudad de la Soledad,
Dios que lo miraba en su travesía, se acercó al poeta
y le dijo que qué hacía, el poeta sorprendido sentenció:
Vengo a recoger un pedazo de mi corazón,
que en la Ciudad de la Soledad aún está
y dando pasos, sin más explicación,
entró el poeta a dar la batalla y a recuperar ese pedazo
de su corazón.
Al ver Dios la valentía y el amor que el poeta profería,
le puso dos ángeles para guardar su dolorosa travesía.
El poeta siguió y llegó al umbral de la Ciudad de la Tristeza,
Dios sabiendo lo que él sentía, le dio un suspiro de alegría,
peleando con feroz valentía, el poeta arrancó a la tristeza
lo que le pertenecía.
Pasaba la media noche, cuando el poeta miró a lo lejos
las luces tenues de la Ciudad del Odio, eran fugaces luces
que al mirarlas fijamente, la ira se le reflejaba en la frente.
La lucha duró varios días, porque los que ahí vivían,
odiaban a los que trataban de llevarse pedazos de su ira.
El poeta con un golpe de perdón, triunfó sobre el más fuerte,
y arrastrando el cuerpo de dolor, con su pedacito de corazón,
salió de esa ciudad como quien sale triunfador.
Ya recuperado, el poeta comenzó a juntar los pedazos de
ese corazón, que a través de los años se volvieron retazos,
Dios, al ver la acción de su amado poeta, tomó el corazón
en sus manos y con dulce pero firme voz suspiró:
Quiero que el corazón que tengo en mis manos,
se convierta en un corazón renovado, sin cicatrices
ni enmiendas y así como dijo Dios así fue la acción.
El poeta maravillado del nuevo corazón que Dios le había dado,
en un verso amoroso le declamó a su Creador:
La vida se encargó de romper mi corazón en pedazos,
en un acto de valentía, fui a enfrentarme a la vida
para recuperar los pedazos de corazón que me pertenecían,
pero Tú con tu amor, los juntaste todos y no solo los haz juntado,
me diste un corazón renovado para amar y también para ser amado.
Andrés Romo
INSTITUTO NACIONAL DEL DERECHO DE AUTOR CERTIFICADO No. 03-2013-112210443900-14
- Autor: hugo emilio ocanto (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de agosto de 2014 a las 01:03
- Comentario del autor sobre el poema: Poema autorizado por su autor a plasmar e interpretar. REEDITADO. ESPERAMOS SEA DE VUESTRO AGRADO poetisas/poetas: Andrés Romo Medrano - Hugo Emilio Ocanto.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 54
- Usuarios favoritos de este poema: Hugo Emilio Ocanto, la negra rodriguez, El Hombre de la Rosa, alicia perez hernandez, claudia07
Comentarios6
Bello poema de mi recluta de la razón y tpu Hugo magistral que lionda labor la tuya
Agradecido, Silvi, por tu presencia y comentario.
Besos.
Hugo Emilio.
Muy bello todo, el poema y la interpretación, una hermosa historia llena de enseñanza y reflexión..
Felicitaciones a ambos!
y un gran abrazo!
R_D
Muchas gracias Raúl.
¡Un gran abrazo!
HE
Hermoso poema amigo Andres, y exelente interpretacion, mi hermano Hugo, un caluroso aplauso a los dos poetas, por esa magistral dupleta.
Muy agradecido César, por tu presencia y comentario.
Gracias por tu caluroso aplauso.
Un placer tu visita en nombre de ambos.
Los dos fundis el amor con una cadencia que maravilla a los buenos poetas amigo Hugo Emilio Ocanto...
Una maravilla de poema...
Saludos de afecto y de amistad:
El Hombre de la Rosa...
Muchísimas gracias por tu presencia y comentario, poeta.
Saludos de afecto y amistad, Críspulo.
Hugo Emilio..
hermoso poema , hermosa interpretación , abrazos a ambos
Hermoso comentario, querida Claudia.
Gracias.
Abrazos de ambos.
Un poema que nos habla de Dios...donde encuentro mucha entrega mi querido Hugo Emilio en tu interpretación, pero nos de sorprender, pues tu talento es genuino en tu alma.
Felicitaciones igualmente al autor del poema, a mi estimado Andrés y amigo de letras.
Los abrazo a los dos con mi alma
Luna
Dios está con nosotros, Luna, y contigo.
Muchas gracias por tu presencia y bello comentario.
Un fuerte abrazo, y si no aparece, otro de Andrés.
Hugo Emilio
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