Tiernamente despertaba la voz, de un sueño entre sueños que apenas controlaba su ya escaso silencio. Poco a poco empezaba a crecer esa sombría sensación de grandeza, de omnipresencia y de omnipotencia. “Yo soy piedad y soberbia” se oyó, entorno los ojos y una ráfaga de luz lo cegó temporalmente. Volvió a su punto de partida, empezó a hallarse preso otra vez; meditaba entre sombras. “Abre tu corazón” se oyó, apenas pudo moverse. La noche se colaba por la ventana, y una despiadada luna de invierno lo espiaba todo. De la quietud pasó al espasmo, y la luna parecía decirle: “Ve, mírate tierno reyezuelo sin reino, levántate que no es bueno dormirse entre lucideces de sombras.”
Y entonces empezó a moverse, se acercó a la ventana y la cerró. Y la voz le dijo: “Tierno corazón, no le hagas caso, nadie sabe más que uno mismo, la luz de tu verdad se deposita en la quietud de tu corazón y en la sensatez de tu conciencia.” Luego de un par de horas de meditada quietud salió de su encierro, y grito: SOY LIBERTAD POR ESO ABRO MI CORAZÓN, NINGUN MIEDO ME ATA PARA CONQUISTAR EL DESTINO QUE ME MEREZCO. Dicho eso, abrió la puerta de su habitación y partió sin rumbo conocido.
He ahí la fuerza indómita de un aventurero; porque al final de cuentas, qué es la vida si no, una desafiante aventura.
- Autor: valentino arrabal (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de agosto de 2014 a las 20:24
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 63
Comentarios1
Bello el impulso de tus versos...
Grato leerte...recibe mi abrazo.
Nancy
Aunque no tanto como los versos que quisiera escribir con apariencia de prosa,me complace que me hayas leído,saludos.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.