EL TORERO

ADOLFO CESAR MARCELLO

 

 

               La muchedumbre aturdía con su ovación estruendosa al torero que saludaba desde la arena, presto a iniciar la gran corrida de toros programada para esa tarde.

                  Algo curioso le pasaba al torero en ese momento, pues no recordaba su propio nombre ni como había llegado a estar parado en el medio del estadio. Se miró a sí mismo fascinado, advirtiendo su ceñida y elegante torera.

                  En su hombro derecho, colgaba la capa roja con la que iba a torear. Con una mezcla de confusión y encanto, buscó instintivamente al toro que tenía que enfrentar.

                  El animal emergió como una ilusión, hechizando con su rudo porte de color negro azabache. Su postura era desafiante y liberaba al viento un mugido aterrador, observaba con bravura y recelo al hombre que tenía adelante.

                  La mirada del torero se encontró con la del toro, cuyos ojos brillaban como brasas. Un leve movimiento de la capa provocó inmediatamente la furia y la enloquecida carrera de la bestia negra. El torero, con cierta seguridad, esperaba con decisión y valentía deseoso de brindar un buen espectáculo; éste podía ver casi en cámara lenta el contoneo de cada músculo del feroz vacuno, preocupándose al instante, dado que no pudo calcular la velocidad ni distancia. Cuando creyó que lo tenía encima trató de moverse a un costado, pero por algún motivo, se sintió paralizado...

                  Absorto, veía que se le resbalaba la capa al suelo y que las puntas afiladas de los cuernos se incrustaban con violencia en su estómago, ocasionándole un dolor agudo y desesperante. No obstante, miraba perplejo que su sangre saltaba como el agua que fluye de una fuente, regando y tiñendo de rojo la arena.

                  Su razón le decía que no tenía salvación, por lo que cerró sus ojos resignado hasta dormirse. De repente, despertó sobresaltado y transpirando. -Por Dios ¡era yo mismo!-

                  Había tenido una pesadilla, donde se mezclaron mis deseos de ser un torero y un terrible dolor de hígado -(parecía tan real)-. En ese tiempo tenía apenas 9 años y días antes de haber soñado esa temible situación, asistí a una corrida de toros que organizaron unos españoles en un club de fútbol. Allí dejé volar muy alto la imaginación; como cualquier niño, sentí una ferviente admiración por la habilidad del torero y anhelé ser como él algún día, pero creo que aquél mal sueño, acabó de lleno con ese "gran sueño"...

 

 

 

 

 

Adolfo César (NAZARENO)

  • Autor: Adolfo César Marcello (NAZARENO) (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de agosto de 2014 a las 10:47
  • Comentario del autor sobre el poema: Hay sueños, que matan a "otros sueños". Realmente tuve esa pesadilla cuando niño, me impresionó mucho, parecía algo muy real. Espero que les guste mi relato. SALUDOS A TODOS
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 181
  • Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, alicia perez hernandez, Maria Hodunok.
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Comentarios6

  • El Hombre de la Rosa

    Una hermosa muestra de tu arte en prosa literaria amigo Adolfo
    Un abrazo de amistad y afecto
    El Hombre de la Rosa

    • ADOLFO CESAR MARCELLO

      Celebro que te haya gustado mi relato, amigo poeta. Saludos y un abrazo fraterno

    • Diluz

      Mi esencia sensible siempre estará de lado de la víctima, que indudablemente en estos casos es el Toro. Para el torero la clásica frase “Murió en su ley” orgulloso de su valor. pero si de algo me alegro es Nazareno, que este sueño que mató al otro sueño seguramente salvó tu vida y la del toro…o tal vez varios toros. Pobrecitos.
      Bueno, hasta llegar a la conclusión del sueño me hiciste sufrir con tu relato menos mal que todo resultó así.
      Cariños
      Diluz

      • ADOLFO CESAR MARCELLO

        Gracias por tu fina presencia en mis letras, querida amiga, siempre es un enorme placer para mí que una excelsa poetisa como vos me visite. SALUDOS Y UN CARIÑOSO ABRAZO

        • Diluz

          A mi me alcanza y sobra con que te guste mi poesía...pero de allí lo excelso a Poetisa... se lo agradezco a tu sentimiento de cariño, que para mi tiene todo el valor que tanto aprecio.
          Mi abrazo y cariño, muchas gracias amigo Nazareno.
          Diluz

        • la negra rodriguez

          Menos mal que has desistido de ser torero , podra se un arte pero es muy sangriento y tu eres un ser muy espiritual.
          besos

          • ADOLFO CESAR MARCELLO

            Ya lo creo que sí, mi querida poetisa, gracias por tu grata presencia en mis letras. SALUDOS Y UN FUERTE ABRAZO

          • Maria Hodunok.

            Extraordinario relato Nazareno.
            Parecia real, siempre leyendo tus reflexiones, que me sorprendí gratamente con este cuento (aunque no me gustan las corridas de toros), buenísima forma de retratar las miradas y la bravura del animal. Menos mal que fue un sueño.
            Quedé gratamente sorprendida de tus letras de hoy, poeta.

            Cariñitos argentinos.

            • ADOLFO CESAR MARCELLO

              Gracias por tus lindas palabras, mi querida poetisa, siempre es un gran placer ver tu luminosa presencia en mis letras. SALUDOS Y UN FUERTE ABRAZO

              • Maria Hodunok.

                GRACIAS, IGUALMENTE COMPATRIOTA.

              • idalia1609

                que suerte la tuya y la del toro , por que solo fué un sueño. saluditos.

              • ADOLFO CESAR MARCELLO

                Ah, sí...pero juro que me pareció muy real...pasé unos momentos realmente malos, pues era un niño. Gracias por tu grata presencia. SALUDOS Y UN FUERTE ABRAZO



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