La expectación en la sala era enorme. Había llegado el día del juicio,
y nadie quería perdérselo. La gente se arremolinaba, todos deseaban
entrar en la sala; no estaban dispuestos a quedarse fuera. Se iba a
juzgar a toda una jueza de gran popularidad; una mujer joven de
extraordinaria belleza, y eso provocaba un morbo exagerado.
Se pronunciaron las palabras de rigor en estos casos; se pidió que
hubiera silencio y el juicio comenzó. La joven jueza fue la primera
en testificar.
-Señorita Brenda Johnson, ¿ puede explicar a la sala por qué se han
encontrado en su vehículo estas llaves?
Se trataba de las llaves del almacén de la comisaría.
-Señorita Johnson, ¿tenía usted conocimiento del robo al citado
almacén?
-Señorita Johnson, ¿sabía usted que de él fueron robados armas
y uniformes policiales?
Las preguntas se sucedían una tras otra; la jueza Johnson fue
contestando negativamente a cuanto se le preguntaba. Nada
sabía del porqué esas llaves fueron halladas en su vehículo.
La jueza declaró fervientemente no haber tenido nada que ver
con el robo.
- Solo puedo decir que dejé mi coche en manos de Robert.
Le había encargado que lo llevara a reparación, venía sintiendo
extraños ruidos que me preocupaban. Las llaves del almacén
debieron caérseles ese día.
Desde ese momento, las preguntas a Brenda se incrementaron.
Robert era su pareja por aquellos días; su nuevo amor.
Robert Conelly no era otro que el encargado del almacén de
la comisaría.
Todos cuantos conocían las últimas andanzas amorosas de la
jueza, dieron por hecho que se trataba de él; Robert Conelly,
encargado del almacén objeto de robo días atrás. En ese instante
la detención de Robert era cuestión de minutos.
Al día siguiente, la expectación en la sala había aumentado. Robert
fue detenido, y los acontecimientos se precipitaron.
Robert Conelly fue citado a declarar por el robo de las armas y
uniformes.
-Señor Conelly, ¿reconoce usted estas llaves?
Las llaves le fueron mostradas de cerca.
-Sí, son las llaves del almacén; desaparecieron la noche del robo.
Se trataba de dos únicas llaves, cuyo llavero consistía en un pequeño
aro de metal con una etiqueta donde se podía leer: ALMACÉN DE LA
COMISARÍA.
-Señor Conelly, ¿cómo sabe usted eso?, ¿podría aportar más detalles?
-Recuerdo que alguien me agarraba fuertemente, me ponía una venda
y me amordazaba. Creo haber perdido el conocimiento; me hicieron
beber algo que me mantuvo dormido por largo tiempo. No recuerdo nada
más.
-No más preguntas, que pase el siguiente testigo.
El hombre que entraba, era el jefe de la sección de analíticas del
hospital donde Robert había sido ingresado.
-Diga su nombre.
- Alexandre Black.
-¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad?
-Juro.
-Señor Black, ¿podría indicar a la sala el resultado de los
análisis efectuados por su equipo al señor Conelly
durante
su estancia en el hospital?
-Sí, señor abogado. La análitica dio resultados de
haber consumido benzodiazepinas, probablemente acompañadas
de algún otro medicamento potenciador de los efectos del sueño,
algún tipo de sedante o tranquilizante.
Quien preguntaba en ese momento, era el abogado de Tom-
-Señor Black, cuando el señor Conelly fue encontrado sin
sentido en el almacén, ¿podría haber estado bajo los efectos
de esas sustancias?
-Sin lugar a dudas. El señor Conelly fue examinado
concienzudamente, y no se encontraron señales de haber
sido golpeado.
-No más preguntas, su señoría.
Correspondió entonces el turno al defensor de Robert.
Su interrogatorio iba dirigido a Brenda.
-Señorita Brenda, ¿qué relación le unía al señor Black por
las fechas del robo? ¿Se diría que eran novios?
CONTINUARÁ
- Autor: hugo emilio ocanto (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de septiembre de 2014 a las 01:46
- Comentario del autor sobre el poema: REEDITADO. Comentario de su autor, Ramón C. Infanzón: Buenos días a todos. Haciéndome un hueco en el tiempo, que se hace más escaso en estos días, he decidido terminar el relato de esta historia por y para todos ustedes. Debo decirles, que por la extensión, se hace imposible terminarla en una sola publicación, por lo que creo, deben quedar todavía unos dos o tres capítulos por ser publicados. Gracias por comprender esta circunstancia. Haré lo posible para estar en vuestros espacios, donde dejaré escuetos comentarios y, solo contestaré globalmente a todos desde el mío. Espero lo comprendan. Sus comentarios serán leídos atentamente. Gracias por vuestra comprensión y presencia. Feliz día. Un abrazo. Ramón.
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- Usuarios favoritos de este poema: CARMEN, El Hombre de la Rosa, Beatriz Blanca, claudia07, Murialdo Chicaiza
Comentarios4
Maravilloso como cada día entrar en tu rincón es un verdadero lujo mi querido poeta disfrutar de tu voz y de ese gran relato de Ramón. Un beso muy grande
Maravilloso comentario, Carmen. Muchas gracias.
¡Qué dramaturgo, Ramón!, ¿no?
Un beso muy grande.
No importa amigo Hugo tu dispón primero de tus bellos trabajos y después lo demás por añadidura como diria Sancho Panza al Quijote..
Un placer haberte escuchado con atención...
Un saludo de amistad de Críspulo
Disponer de mi tiempo para expresar todo lo bello que ustedes, poetas, escriben.
Gracias por haberme escuchado.
Gracias por habernos acompañado, poeta.
Un saludo de amistad, querido poeta.
(Activa tu biografía en face)
Hugo Emilio.
Excelente interpretación amigo, todo se hace mas evidente con tu buena actuación. No me quiero perder la 5º y 6º parte que ya la leí.
Un aplausoooooooooo!!!!!. 🙂
Gracias Beatriz, no me has olvidado, y eso me pone bien.
Gracias por tu aplauso, lo comparto con su autor.
No te pierdas el final. Mi alma, nuevamente, en él, su final... mañana, si Dios permite.
Un abrazoooooooooooo. 🙂
excelente abrazos a los dos
Gracias Claudia.
Abrazos de los dos.
Hugo Emilio.
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