Viajaba por un país lejano, situado en el Sureste del continente asiático y se ocurrió explorar una selva inhabitada, muy lejos de la civilización. Mi trayectorio me llevó a un lugar aislado, a las orillas de un cristalino manantial. Caminaba solo, prestando atención a las maravillosas flores, los grandes árboles, y oyendo el precioso cantar de los coloridos pájaros del local. Me fijaba en la belleza natural y tomaba fotos tras foto casi sin pensar.
De pronto una brillante luz bajo del firmamento y se posó en el centro del manantial. Me quede paralizado, bastante asustado al ver esta bendita luz. Poco a poco en en ese lugar del manantial empezó a mover el agua de este manantial. De estas cristalinas aguas salió como impulsada por la luz una belleza de mujer, una hermosura sin igual. No sabía quien era ni de donde vino, sólo sé que sin habla me quedé y me paralizé.
Era una mujer preciosa con cara angelical, un cuerpo sensual y de forma monumental. Su téz era pálida, con ojos grandes y oscuros , al igual que su pelo. Tenía una mirada que era como una bendita luz y una sonrisa con mucha sensualidad.
Esta divina aparición llenó de amor a este viejo corazón acelerando su latir, aumentando mi excitación. Ella vestía un traje de baño que era como pintado a su hermoso cuerpo. De color azul oscuro estampado con frutas multicolores. El frente estaba bien escotado y su centro era sutilmente cerrado con una fina cinta enseñando su hermoso pecho y su liso vientre.
Esta preciosa mujer no era otra que la Ninfa Dirai, diosa que habita estas aguas. Estaba completamente mojada, de pies a cabeza. El agua del manantial le corría desde su lustroso y largo pelo, bajando por su bella cara, sus ojos y labios carnosos. La fuerza de la gravedad hacía que estas gotas de agua bajaran por dentro de su trusa, navegando por sus perfectos senos. La corriente del agua viajó rápidamente por su liso vientre pero más adelante se detuvo, caminando lentamente al llegar a ese parte del traje, a esa área más codiciada, la más caliente. Las gotas caminaban lentamente al llegar al monte del amor, al Monte de Venus. Yo miraba con cierta envidia a esas gotas del manantial.
Ella estaba parada con gran majestad y elegancia, exhibiendo su belleza con mucha clase. Pero las gotas de agua al llegar a este lugar privilegiado le hicieron gemir de placer, aunque lo hizo discretamente. Las gotas corrían desde el monte hasta entrar en su maravillosa gruta natural y refrescar este deseado lugar pero siguieron bajando por sus muslos, sus piernas, terminando rendidos a sus hermosos pies.
Ella me miró y me habló con su sensual voz de sirena con un acento de su tierra azteca ancestral. "Mi nombre es Dirai y soy Ninfa de estas aguas." Perplejo me quedé y nada más atinaba a admirar a las pequeñas gotas de agua pegadas a su piel. Eran finos mosaicos tratando de laborar una obra maestra espectacular. Estas goticas le quitaban a ella el calor y se alimentaban con el roze de esta divina piel.
Me dirigió la palabra con una sonrisa sensual de mujer satisfecha. Yo estaba asustado pero completamente enamorado. "Tengo el poder de acabar tu existencia pero te doy la opción de irte por tu camino volviendo a tu mundo o permanecer a mi lado eternamente. Dime tu decisión". Tomó medio segundo para abrir mi boca y decirle. "Prefiero estar a tu lado por siempre que vivir sólo con los recuerdos". Mi diosa se sonrió con aprobación con una mirada sensual y picara sonrisa.
"No te arrepentirás" dijo dulcemente. "Ven a mí" fué su orden. En un instante cambió para siempre mi vida ya que inmediatamente me convirtió en una gota del manantial pegado a su piel pero felizmente ubicado en sus maravilloso senos.
El amor llega súbitamente cambiándonos la vida. Sí tienes que escojer entre una vida cotidiana o un gran amor, escoge el amor ya que el amor es vida.
- Autor: carlos zitro ( Offline)
- Publicado: 13 de septiembre de 2014 a las 22:48
- Comentario del autor sobre el poema: Los sueños, La fantasía, Las leyendas son necesarias En la vida sentimental.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 26
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Una hermosa y gratificante prosa literaria amigo Carlos
Saludos de Críspulo
Gracias por tu comentario. Muy apreciado
Son siempre tus palabras
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