Nueva historia de amor

“Y él le escribió todas sus cartas de amor, le dedico los poemas
 más bellos y a su ventana, noche tras noche, cantó las canciones
más dulces que jamás se escucharon…ella… ni siquiera existía”

Además, él murió de pena, pero creo que eso no importa, no va al caso que pasó después si en el medio no hay más que un vacío descomunal, un hueco en el tiempo, algo perdido. ¿Qué importa que pase después? Si no puedo descifrar el ahora que el mañana se disuelva.

Debo recalcar que precisamente ella no era producto de su imaginación ni nada por el estilo, solo que su existencia estaba a contratiempo con él. Ambos buscaban lo mismo, ambos querían llegar a lo mismo y por momentos hasta se querían. Pero seamos realistas, la cosa jamás acabaría bien, entonces, ante el miedo a terminar cubiertos de lágrimas y con el corazón roto, mejor así, dejando todo en el diván y que los días sigan marchando a su muerte anunciada.

Yo confiaba en ellos, creía que eran capaces de amarse hasta los huesos, de entregarse todo lo que su voz podía decir y podía callar, de ser libres y a la vez, volar de la mano… si, a veces puedo confiar en el amor, más cuando ves en ella esa sonrisa que ilumina todos los rincones de la oscuridad ventajosa que se aprovecha de los desamores. Y ves en él una mirada diferente, cómplice, que al hacer foco en ella se torna tan cálida, se despoja de miedos y de toda incertidumbre.

¡Por dios, cuanto amor hay en ellos! Pero seamos realistas, tienen miedo. El sigue escribiendo y ella…jamás existió.

Lemos Maximiliano Daniel.
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