Viaje en el tiempo
En el sargazo de la voz de los recuerdos,
en el miasma matinal de los relojes,
en la lágrima virtual del desespero
y en el pródigo rumor de olas sin nadie,
entremos a la luz de lo que fuimos,
bailemos en la nieve que nos rinde
y abusa del temblor entre los labios
y del nombre que guardamos, pero aflora,
abordemos entonces el paso de los siglos viejos,
la tímida verdad de ser felices juntos,
la sangre que partió entre lagrimones
en las guedejas muertas del desvelo
y en el amor perdido para siempre
y para siempre vivo entre centellas,
entre pasto y hambruna de las tercas soledades,
entre sueños vacíos por falta de una buena luna,
y allí, ya dentro, allí, entre los cristales
de la conjugación de lo que vieron
tus ojos y mis ojos en la tarde
en que el sol permitió nuestra observancia,
nuestra mañana azul de besos y promesas,
nuestra libre amistad de caminantes en la tregua,
allí tú volverás al verde muro
en que tu libertad trepó por frutos
y en que todas mis camisas en el viento
fundaron para ti nuevas ciudades de alegría,
allí tú nos verás como no viste entonces,
como no abrieron en tus ojos las ventanas
para condecorar el ancho espacio,
la enhiesta voluntad de resarcirnos
de un mundo sin amor y sin abrazos,
allí, justo es allí que te esperaba,
cuando al rumor de tiempos de ignominia
aún creía la flor en un campo en que entregarse,
aún creía el mar en una playa para el canto
y en una arena de oro en que extraviarse de locura,
allí comprenderás que todo es cierto y vive,
que todo lo jugamos, que fue libre,
que la nieve que después nos cubrió de polvo
era un olvido programado por la madre tierra,
un gesto aterrador de represalia a la ternura,
un solo atardecer en que dos cuerpos ya se alejan,
no dudarás en confesar que duele,
no dudarás en comprender que escapa
de todo lo que somos lo que viene,
de todo lo que fue el siguiente anhelo
y de toda maldición el nuevo día,
entonces que se enjuguen los pañuelos,
que asciendan las estrellas de este pozo,
que claven los maderos a la tierra
para que, de esta cruz, verdes florezcan las semillas,
entonces del vapor del horizonte
vendrá la comprensión de lo que somos,
errantes que jugaron a ser plenos,
pacientes que no hallaron el buen surco,
y entonces doblarás cada quimera
como recién lavadas camisas del que espera,
y en el crecer sin pauta de los nuevos tiempos
el cielo asomará no bien planchado como el cutis
de tus más recientes y doradas lágrimas inmarcesibles.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
20 09 14
- Autor: Óscar Pérez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de septiembre de 2014 a las 11:44
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 95
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Parece un hermoso viaje astral amigo Óscar...
Muy grata la lectura de tus letras...
Saludos de amistad desde Torrelavega...
El Hombre de la Rosa
De Santiago a Torrelavega vayan mis saludos fraternos y mi gratitud por tu presencia, amigo mío, feliz primavera, un abrazo.-
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.