Viaje en el tiempo

Oscar Perez

Viaje en el tiempo

 

En el sargazo de la voz de los recuerdos,

en el miasma matinal de los relojes,

en la lágrima virtual del desespero

y en el pródigo rumor de olas sin nadie,

entremos a la luz de lo que fuimos,

bailemos en la nieve que nos rinde

y abusa del temblor entre los labios

y del nombre que guardamos, pero aflora,

abordemos entonces el paso de los siglos viejos,

la tímida verdad de ser felices juntos,

la sangre que partió entre lagrimones

en las guedejas muertas del desvelo

y en el amor perdido para siempre

y para siempre vivo entre centellas,

entre pasto y hambruna de las tercas soledades,

entre sueños vacíos por falta de una buena luna,

y allí, ya dentro, allí, entre los cristales

de la conjugación de lo que vieron

tus ojos y mis ojos en la tarde

en que el sol permitió nuestra observancia,

nuestra mañana azul de besos y promesas,

nuestra libre amistad de caminantes en la tregua,

allí tú volverás al verde muro

en que tu libertad trepó por frutos

y en que todas mis camisas en el viento

fundaron para ti nuevas ciudades de alegría,

allí tú nos verás como no viste entonces,

como no abrieron en tus ojos las ventanas

para condecorar el ancho espacio,

la enhiesta voluntad de resarcirnos

de un mundo sin amor y sin abrazos,

allí, justo es allí que te esperaba,

cuando al rumor de tiempos de ignominia

aún creía la flor en un campo en que entregarse,

aún creía el mar en una playa para el canto

y en una arena de oro en que extraviarse de locura,

allí comprenderás que todo es cierto y vive,

que todo lo jugamos, que fue libre,

que la nieve que después nos cubrió de polvo

era un olvido programado por la madre tierra,

un gesto aterrador de represalia a la ternura,

un solo atardecer en que dos cuerpos ya se alejan,

no dudarás en confesar que duele,

no dudarás en comprender que escapa

de todo lo que somos lo que viene,

de todo lo que fue el siguiente anhelo

y de toda maldición el nuevo día,

entonces que se enjuguen los pañuelos,

que asciendan las estrellas de este pozo,

que claven los maderos a la tierra

para que, de esta cruz, verdes florezcan las semillas,

entonces del vapor del horizonte

vendrá la comprensión de lo que somos,

errantes que jugaron a ser plenos,

pacientes que no hallaron el buen surco,

y entonces doblarás cada quimera

como recién lavadas camisas del que espera,

y en el crecer sin pauta de los nuevos tiempos

el cielo asomará no bien planchado como el cutis

de tus más recientes y doradas lágrimas inmarcesibles.

 

http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/

 

20 09 14

  • Autor: Óscar Pérez (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de septiembre de 2014 a las 11:44
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 95
  • Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
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Comentarios +

Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Parece un hermoso viaje astral amigo Óscar...
    Muy grata la lectura de tus letras...
    Saludos de amistad desde Torrelavega...
    El Hombre de la Rosa

    • Oscar Perez

      De Santiago a Torrelavega vayan mis saludos fraternos y mi gratitud por tu presencia, amigo mío, feliz primavera, un abrazo.-



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