Como taciturna lechuza en vela o
un espejo hostil que no duerme,
con ilusión voy esperando el milagro
de la danza cuando tus pies bailaban
en comunión con la baldosa y
celestes dedos levitaban como hados.
Hoy entraste como emperatriz del harapo.
Desfallecida cual nadante en el mar Egeo,
contra una roca parecías estrellada,
ásaro quemado en la boca del fuego.
Estaban huecos tus besos y
tu boca olía a labio ajeno.
Mi imagen en tus ojos ya era sueño
de quimera y por tus palabras
bruscamente expulsabas veneno.
Te recordé la brisa de mi aliento
en tu cabellera,
La suavidad de mis dedos
deambulando tu cuerpo.
Te nombré voces y
ecos que aun recuerdo.
Susurros que durmieron
con nuestros cuerpos.
Fervor de cuarto, instantes de llamas
hasta que la lengua exhausta
se fracturaba al intento
No eras tú la navegante harapienta,
sino la profunda garganta
de mi alma sedienta
Te libraste del amor que te raptaba
para ir volando a otros brazos
con ese rostro de antípoda embelesada y
en la distancia cultivaste un nuevo lazo.
Me quedó el sabor de la nada.
El dolor del corazón desabrigado.
En la soledad se me agotó el abrazo.
más conserve ilusa esperanza que
regresaras en una marea…
Hoy,
Mañana, o en un tiempo cualquiera.
Todos los derechos registrados en Safe Creative & Published Word Press Poetry
- Autor: RICARDO MARCELO ALVAREZ ALVAREZ LLANOS ( Offline)
- Publicado: 25 de septiembre de 2014 a las 11:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 80
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Esplendidas metaforas filosoficas amigo Ricardo...
Muy grata su lectura..
Un abrazo de amistad...
El Hombre de la Rosa...
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.