I
En cada alba, te veo llegar.
En cada ocaso te veo partir.
Pero sigo ahí cada día
sólo para verte sonreír.
II
Aquel día, yo te estaba mirando,
estabas con las luz de siempre
y como siempre, no me acerqué a tu mundo.
Te veías tan hermosa, como nunca,
con ese sueter blanco que antes ni
notaba y que ahora diviso a kilómetros.
No puedo creer que no logre en
tu mundo existir, ¿Por qué es que
no me dejas entrar en ti?
III
Yo siento tu mirada
como una madrugada:
Fría y desolada,
vacía y en la nada.
IV
Tú eres el alba,
tú eres mi sol,
te quiero más que nada
con todo mi corazón.
V
Sol mío, sol de nadie.
Estrella ingobernable.
¿Cuándo será el día
en que yo te hable?
VI
Te veo caminar a la orilla del mar...
Te siento junto a mí, ya no puedo más
guardar el tremendo sentimiento que me
embarga el alma desde dentro, muy dentro...
Como un lucero, que es mi guía, te veo...
Como una hermosa melodía, te escucho...
Te siento, te pienso... ¿Será acaso un error?
Si es un error, te imploro, entregándote
mi última ilusión, que no te separes de
mi corazón jamás, porque cuando lo hagas
mi corazón dejará de existir y yo
al final, dejaré de vivir, pero tú, ¡Oh, tú
me habrás hecho sentir un profundo amor!
VII
Si algún día te enamoras de una rosa,
no pienses cortarla y llevarla contigo,
si lo haces, la rosa perderá la vida,
y todo por un capricho tuyo, amigo.
VIII
La noche era fría, pero no más,
pues miré tu rostro como un brillante
sol, detrás de las imponentes cumbres
y tu calor llegó y me calentó...
Yo nunca en la vida había sentido tal
calidez en la piel o corazón.
IX
El agua fluye igual...
Los pájaros cantan igual...
El sol brilla como siempre,
pero, los corazones no suenan igual...
X
¿Qué es un beso? Un beso somos tú y yo.
Como fuimos uno aquel día de Marzo
en que mi corazón terminé de entregar
con ese beso..., con ese beso de amor...
XI
¿Pero qué haces tú con él? ¿Qué le ves?
Hoy te miré mientras estabas en...
Bueno, no importa el lugar donde
te vi, sólo importa cómo te
vi y cómo lo vi a él contigo.
Pensamientos, sentimientos, risas,
en el calor literario, risas,
y él... ¿Él qué diablos estaba haciendo?
XII
Miré tus ojos, al tiempo el cielo.
Miré tus perlas, miré las nubes.
- Autor: Carlos Alberto Cuevas Montes de Oca (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de septiembre de 2014 a las 19:40
- Categoría: Amor
- Lecturas: 130
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