Dando la espalda a la gente,
Cien mil velas lo alumbraban,
Aguardando en su despacho,
Para que nada cambiara.
La multitud y el silencio,
De tanta gente apenada,
Sollozando por justicia,
La que nunca les llegara.
Las velas que se encendían,
Por miles multiplicadas,
Presionaban a ese hombre,
Para que algo cambiara.
Y la noche fue llegando,
El día, la madrugada,
Y a la mañana siguiente,
En las paredes quedaba,
El cebo ya derramado,
De tanta angustia apagada,
Parecía que otro sol,
A ese pueblo iluminaba.
Entrando hacia su despacho,
Aquel hombre de corbata,
Cerraba aquella ventana,
Para que nada cambiara.
- Autor: Ger (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de octubre de 2014 a las 18:31
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 136
- Usuarios favoritos de este poema: ROBERTO. R,
Comentarios5
Muchas gracias por tu comentario, lamentablemente siempre existen personas como éstas que nada hacen para que cambie el bienestar de la gente.
Saludos Poeta.
Ger.
Gracias por tu comentario Soñador.
Saludos.
Ger
Es interesante tu poema, me deja una sensación a una dirección socio-política..., hay tantos líderes que cierran ventanas y puertas, dejando todo como está..., por un bien e interés propio..., por ellos y por otros de su misma corbata o por honorarios de otras corbatas..., y en sí la ignorancia queda en todo lo que no se cambia...,
me gusto en demasía tu poema...
Gracias por tu comentario comparto todo lo expresado.
Saludos.
Ger.
Muchas gracias por tu visita.
Un abrazo Poetiza.
Ger.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.