1- BESOS TÓRRIDOS
Dentro de mi cuerpo
dejaste tu geografía en proceso
con todas las tus ministerios suspendidos
en la ingravidez de mi anhelo.
No halle tu potente mirar de sexo,
ni tu huella de sutil gaviota,
ni la senda de tu boca
proclamando uvas en el parral de mi sombra.
No estabas oculta en mi delante
ni en la opacidad de mi espalda,
solo sentí tu aliento de soslayo
escrudiñando las actas de mi testimonio.
No resistí enajenar el cuerpo
en la división del alma,
cultivé mi oro en tu tacto
y en la espesura de tu diagrama
hallé el extenso vientre de piel panorámica.
Fui diseñando el espacio exacto
en referencia a tus lunares de contacto.
Abrí libres luces a las altas torres del cielo,
elevé terrones de negra tierra magna
dentro del circular espacio que giraban
aspas de plumas
en el cuerpo de dos palomas volando.
En la contemplación extasiada del vuelo
rescaté la estatura de tu boca fresa
y le sembré cuescos
con mis besos tórridos de arena.
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2- HUESTES SOLARES
A la buena fe del señor arden los pastizales
con humo que asciende a la altura de los Balcanes.
Secas nubes se nutren hacinando sus estratos
y entonces llueve sobre los lotes del lino sembrado.
En la demanda natural del balance acertado
al pestañear de mi amada gotas amplias de rosales,
sobre su cabellera áureo fluido de estambre,
la altura desciende a su pecho fermento de cuajo.
Entonces suben a la tierra huestes de simientes solares
la preñan y se ensancha el vientre de siete lunas leales.
Las esferas ya esparcidas entre pulmones de vida
a las enaguas del aire que apacibles fortifican
este abierto surco de algarabía trabajado con metales
de azadas y badilas binando terrones acaecían.
Hinchado campamento de cascos argentos y cisnes resolvían
la ecuación paralela entre facetas de natura y mi amada laborante.
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3- EL HOMBRE TOCA LA NOCHE VACUA
Una salvaje orquídea
inyecta en partículas de agua.
Un mirar presuroso
quiebra los brazos del reloj
desangrando lánguidas
horas de vida en desolación.
El hombre toca la noche de cenizas vacuas,
al asedio dagas
emergen del corazón de la greba.
Chicharras calladas,
palomas enflaquecidas
bajo el umbrío techo de morada.
Fuera del óxido de las ventanas
llueven filigranas de negras hiedras.
Por dentro la quieta soledad inerte
Inmoviliza el cuerpo deshonroso,
la callosidad de sus contiendas
debilitaron la fortaleza
de piernas pateando agua.
La orquídea se ahoga en esta levedad
angustiada cuando el hombre
encanecido del alma aspira nitrógeno
en la nada de la mesa
y cae al olvido en gravedad
como lívidas hojas que el viento arrastra al cieno.
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- Autor: RICARDO MARCELO ALVAREZ ALVAREZ LLANOS ( Offline)
- Publicado: 3 de octubre de 2014 a las 09:58
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 49
- Usuarios favoritos de este poema: ADOLFO CESAR MARCELLO, PETALOS DE NOCHE
Comentarios1
Que interesante, a pesar de ser tres poemas, parecieran ser uno, de acuerdo a lo que siente el hablante lírico y a lo que vivió, por el sentido de reconocer y conocer a la amada, sentirla por primera vez, amar, y en el segundo estado, sentir el calor, la fogata en el alma, ese impulso a crear la evidencia de quien ama, y en tercer estado, la desolación y la ausencia, la soledad y por último la melancolía..., exquisito tus poemas...
te agradezco pétalos de noche. saludos
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