Elementos
La tenue luz se dispersa hacia el sur, se iluminan los ojos del águila sobre los árboles crecidos. La pradera duerme plácida bajo el techo estrellado, los grillos cantan entre los arbustos, las aves nocturnas se comunican entre ruidos; un aire gélido se asienta sobre toda la montaña y desde la reja ubicada al norte una sombra parece moverse. Las hojas en los árboles lucen frescas, parece no importarles la intensidad del frio en la noche, el invierno no es amigable con nadie, pero eso a la naturaleza no parece importarle...
Sus pies están adormecidos, las medias de algodón no son suficientes para soportar el invierno a la media noche; su corazón, a pesar del frio, late apaciblemente. Al rededor del cuello lleva puesto una bufanda gruesa de colores grises. Sus guantes, por desgracia, tuvo que sacárselos, después de tremenda caída sobre la reja de madera. Consulta su reloj; "todavía es temprano", se dice llevándose las manos al rostro. Sus ojos se concentran en el camino; no quiere despertar a nadie. Como un ladrón, sus pasos se hacen imperceptibles hasta para los insectos más sensibles. Él sabe que nadie debe saber lo que hace cada media noche en invierno. El frio no le agrada, pero siempre espera esta época del año, porque la neblina densa sobre los paisajes se hace cómplice de sus románticos sueños bajo la lluvia.
Él sabe que si los descubren, podría irle muy mal, pero en realidad, solo se arriesga por ella; sin importar el tamaño del peligro, sin importar que sea en la completa oscuridad, sin importarle la presencia de los espíritus nocturnos; nada le hace retroceder; todo lo hace por ella.
Mientras camina entre el fango, el lodo y el barro, haciendo de equilibrista y contorsionista para no caer, sus pensamientos anhelan el pronto encuentro. "Lo vale" se dice mientras continua... La noche sigue su curso, las neblina y la oscuridad va disipándose y cada vez hay más claridad sobre los senderos, los perros no dejan de ladrar y aullar, ciertas voces pueden escucharse, son como susurros que transitan con el viento; las estrellas son cada vez más visibles y lentamente la luna va dejándose aclarar, su luz creciente va dejando al descubierto los caminos y los cultivos.
El amante ahora camina entre los linderos, aprovechando las chumberas y las zarzas, le falta poco para su destino clandestino; pero no sabe que alguien ya lo ha visto, ¡lo ha visto! y está a pocos metros de él; de pronto esa sombra desconocida salta delante de el.
Nooo!!! grita la pobre víctima llena de horror y miedo... Entonces una risita familiar le hace recuperar el aliento, abre los ojos y confirma sus sospechas.
- ¡Eliza!, ¡Dios santo!, que no vez que puedo morir de un susto, bastante tengo con venir a verte luchando contra mis miedos.
-Amor mío, acércate, bésame, no me reproches, tengo tiempo esperándote y ¡muero de frio!
Cada noche la oscuridad es del mismo color,
los sonidos lejanos son los mismos,
el mecer de las ramas es el mismo,
pero cuando Dariel encuentra los ojos de Eliza,
puede ver la noche diferente a través de ellos...
Noche Azul
Zony www.xlenyer.net
- Autor: xlenyer (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de octubre de 2014 a las 14:03
- Comentario del autor sobre el poema: Noche Azul
- Categoría: Amor
- Lecturas: 58
- Usuarios favoritos de este poema: Carlos Estrada Monteagudo, CARLOS ARMIJO R...✒️, alicia perez hernandez, Dr. Salvador Santoyo Sánchez, Poemas de Pepita Fernández
Comentarios1
He pasado por tus letras.
Hermosa prosa y placer de leerla.
Abrazos.
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