Os saludo amigos.
Intentaré entrar más a menudo aunque no sea tanto como deseo.
Por razones de problemas visuales no puedo estar en el ordenador, por esa razón no podré hacer muchos comentarios, pero abrí para intentar comunicarme poco a poco con todos ustedes porque os hecho mucho de menos.
Un abrazo.
Me siento como ese tronco desnudo que como si fuese una burla solo una hoja reseca pende de sus ramas.
Siento frío, mucho frío. Deseo con todo mi corazón magullado, que pronto llegue la primavera para volver a revestirme con nuevo traje que me proteja de la ingratitud humana.
Me siento como esa frágil hoja que pende de una endeble rama zarandeada por los vientos otoñales, ante la cual me resisto no dejándome desasirme, aun a sabiendas de que el aire me ha de vencer.
¿Cuánto resistirá mi débil ser ante la tempestad que se acerca? ¿Llegaré pendida de un débil hilo la próxima estación que se aproxima con su frialdad que hasta a los corazones hiela?
Mas respuesta no hallo, y mientras espero ese último mecer que me desprenda de la batiente caña, dejo volar mis tristes recuerdos en busca de que se alivie mi alma.
En cada afligido suspiro me sale al encuentro los turbios sentimientos que tanto he intentado ocultar; pero es inútil luchar contra la mente que recoge en lo más recóndito las penas, y que solo le hace falta que llegue el otoño para abrir la puerta de par en par a la triste realidad.
Trato de buscar alivio en las gratas vivencias y hacerlas resaltar, pero no me es posible, pues para gozar de esa bella realidad he de esperar la próxima primavera, que volverá a recoger en el baúl de los recuerdos la doliente fealdad.
¿Por qué aun sin desearlo ha de invadirme el dolor que un día me ha anegado? Sólo una respuesta hallo: es causa de la debilidad de mi cuerpo magullado, la falta de lozanía, o la preparación a una próxima despedida. Tristezas del pasado salen al encuentro, mientras se abaten los sentires al compás del viento.
La lucha por combatir el dolor se entrelaza con la batalla por no ser derribada por la tempestad. Mi tronco raído trata de mantenerse perenne pese a la frialdad, hasta que un día comienzo a descubrir que un tibio calor me hace sentir aliviada, logrando alcanzar de nuevo la autoestima que parecía haberme abandonado.
La lucha por mantenerme prendida a la cimbreante rama ha sido vana, pues al fin rendida me deje elevar por los aires hasta terminar alfombrando el suelo. Mientras miraba con lastimera mirada aquella rama que un día había sido mi hogar, comprendí que en mi vuelo me deshice de los malignos recuerdos, y convertida en sabia recorrí mi desnudo tronco recobrando de nuevo la vida, vida que a cada momento se llena más y más de energía. Ese ímpetu renovado me devuelve mis sueños llenos de alegría, y es porque la primavera me ha devuelto la vida, aunque he de reconocer que cada año parte de mis bríos se van quedando por el camino.
Autora: Luisa Lestón Celorio
Asturias, España
- Autor: ESCAPITINA -Luisa Lestón Celorio (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de octubre de 2014 a las 18:54
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 84
- Usuarios favoritos de este poema: Gisela Guillén
Comentarios1
lO IMPORTYANTE ES MANTYENERSE FIRME COMO LOS ARBOLES QUE ESTAN DE PIE PESE AL INVIERNO Y AL OTOÑO SIGUEN.
BESOS
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