Alaridos superlativos que
apuñalan el oído etéreo
de urano. Puños de
centímanos con testa sagital.
Proyectiles verbales
que se anastomosan
en un abrazo visceral.
Ellos verdes, rojos, preñados,
grandilocuentes. Rasgando el silencio.
Estocadas ciegas que apuntan
hacia ninguna diana, revueltas
en un caldo multicolor, que cambia
de piel con cada paso
del sol, con cada vuelta de tuerca,
en cada cíclo onírico.
Octavio Aldebarán Márquez.
- Autor: Octavio Márquez ( Offline)
- Publicado: 15 de octubre de 2014 a las 00:44
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Muy filosoficas tus palabras amigo Octavio
Grata la lectura de tus letras...
Saludos de amistad de Críspulo...
El Hombre de la Rosa
Muchas gracias amigo. Saludos.
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