Adulterando la picares de las horas,
Cayó en pasaje eterno,
Y se cerraron aquellos ojos,
Con llanto en los que viven,
Con repudio al Dios bueno.
Y habitada estaba la casa,
En que padecía, (ya por días)
El insomnio lento,
Ningún llanto fue enjuagado,
Todo era vanidad sin consuelo.
Y a aquel balcón,
Unos llorando,
Los niños jugando salieron,
Y los que al polvo vuelven,
Ya no estaban consigo,
Sino un pedazo de cuerpo.
(Ataviado me estimé a preguntar,
Cuán solos se encuentran ellos?,
En que vaga ebriedad del tiempo?,
Que sola es la soledad del féretro!)
Tristemente en el cielo se veían,
Opacarse los colores de un velo,
Y caminado junto al carruaje negro,
Se veía la última vez a alguien,
Que se promete ver en “el día postrero”
El día su telón bajó,
Y con prisa la noche oscureció el templo,
Y un fugaz llamero,
De a ratos deslumbraba la palidez del cuerpo.
Que sola es la soledad del féretro!
Entre llanto, pereza y sabios rezos,
La madrugada llegaba en lágrimas de desespero,
Y mujeres allí sentadas,
Con lágrimas oscuras,
Manchaban su pañuelo.
“Era hora de partir,
En el triste adiós de nunca vernos”
Pronunció una voz desde adentro,
Y pocas palabras era de decir mi boca,
Callada ante el muerto.
Entonces allí pensando dije:
“Que sola es la soledad del féretro!”
Luis Augusto 2014-10-15
- Autor: luis augusto romantico ( Offline)
- Publicado: 15 de octubre de 2014 a las 12:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 55
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios3
Muy buena ti filosofia personal amigo Luis
Saludos de amistad
El Hombre de la Rosa
Impresionante la manera como describes una escena de esta naturaleza
Un abrazo desde Perú
Eugenio
muy bello letras muy sentidas
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