Resignarse

Amadeus

        Resignarse al olvido. Despedazarte la voz cuando cantas una y otra vez la misma canción.  Al delirar con la pasión que se vertió  con cada beso lleno de rencor asimilas el peligro dentro de los gemidos.  Dentro de ti te busco, pero solo encuentro el recuerdo de lo bonito.  De lo que eras antes, de lo que fui por ti, de lo que eres, de lo que soy ante ti.  Ante ti solo soy esclava de tu amor, ante el mudo soy traidora de la ilusión, ante mi solo soy. Ante mi solo soy porque a tu lado dejo de ser y vuelvo a ser dentro de ti. La desnudez de la verdad que emana de tu piel  al rozar mis labios con tan exquisito pecado. Llego al monasterio que está debajo del rosario que baila entre las montañas de tu pecho.  A aferrarme del suspiro que sale de tu vientre, el que me rescata de la locura para así llevarse la cordura de mi lengua indomable.  La que exige con cada movimiento el sabor de tus besos. Perder el control contigo no es una opción siempre ha sido el único requisito para hacer el amor. Tu grito lleno de lujuria aumenta la calentura que abre las puertas a este juego lleno de mentiras que revienta lo prohibido dentro del placer. Lo que se deshace con nuestros cuerpos, sutil sentimiento que se desplaza muy a dentro de tu recuerdo.  Dos almas que se hacen una cuando la víbora de tu boca asfixia mi grito de auxilio.  Potencial apto que recibe el dolor como fuente de totalidad al juego del azar.  Ensayar la desolación para matarnos al final.  Al inicio encontré paz.  Ahora solo me quedan las ansias de volver a comenzar. De volver a quedarnos a solas para quitar cada pieza de tu ropa hasta sentir el engaño que solo está en tus abrazos.  Tomarte en lo prohibido  y sacar de ti lo explicito.  Lo que me alborota.  Lo que me tienta a provocar.  La más dulce, la que me encanta probar, pero no devorar.  Eres  la que uno se disfruta, la que se goza,  la que se va comiendo lentamente para que el dulce sabor recorra cada uno de los cinco sentidos.   A diez centímetros de tu paraíso sale la piedad de su rinconcito para sacarte de entre mis ataduras.  Bailas al ritmo de la excitación y de la lujuria.  Reencarnas en la acción.  Mueres en la solución.  Vives por el amor, para el amor y gracias al amor.  Creas la certeza en la ilusión, desesperas el impulso, matas la insatisfacción, aceleras los latidos del corazón y revientas la condición.   Eres toda en exceso, compleja en lo simple y sumisa al amar.   Fatigas los surcos de la poderosa intención de ser prófuga del recato para inmolar la candidez que trae tu aroma separando así  nuestra rivalidad.  Solo así  podrás sacar el hambre voraz de su cauce.  Acosas el pavor que trae el alba cuando no estoy.  Has socavado cada fibra de mi cuerpo con el calor que portas en tu desnudez.   Exponiendo lo intenso dentro del mismo sexo que forja el futuro sin abismos, sin complicaciones y sin pretextos.  Suave y duradero el perfume de ti en mi cuerpo.  Parámetros entre tus piernas, barricada externa que enciende la hoguera de los placeres benditos.  Hembra completa, siempre sedienta.  Intrusa de lo absurdo, disimulas la atracción y eterno tú veneno que anida en el sexto sentido.  Perviertes tus caprichos, invades los mío.  Te arrebato el corpiño, me alejo del destino, arriesgado suspiro que amenaza el equilibrio. Tu alma me reclama cuanto más para hacer lo ilícito, y es que me pierdo en tu cordillera, me enredo en tus yedras, me sumerjo en tu cúspide estimulo,  para así y solo así nadar en tu lecho travieso. 

 

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  • Autor: Amadeus (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de octubre de 2014 a las 21:01
  • Comentario del autor sobre el poema: Uno de mis favoritos.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 33
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