Canción de los guardianes

Oscar Perez

Canción de los guardianes

 

Debo mirar al porvenir,

así, si llega, sabré reconocerlo,

y si no llega, sabré que lo sostuve

en mis pupilas como un rey ante el destierro.

No es que no quiera mi presente, es al contrario,

por él camino en mil tardes asoleadas,

con el discuto la estrategia de la noche

y me abrazo, dormido, a las hazañas de su paso.

No es que me olvide del pasado,

allí aprendí a ser cordial con los severos,

alegre con el triste, cabizbajo

con el que quiere a toda costa ser impune

y no entiende que los actos tienen siempre

un responsable, un hacedor y una memoria inmarcesible.

Y claro, he cometido mil delitos,

mil rosas que corté sin ser verano

y mil promesas rotas al saber que no era un héroe,

pero arrostré mis penas y mis pasos terrenales

y en cada uno dejé toda la fuerza de mi ceño

y asumo la verdad de cada huella y de cada encrucijada.

Pero de todo lo que he visto me he asombrado,

me gusta este vivir entre vecinos,

la grande humanidad con sus deberes

y el desaire ante el indigno de esta tierra,

la terca ofuscación ante el injusto,

que ya tendrá un jurado que la honre,

y en todo, el aire, el sol, la melodía

del mar que, aunque no veo, siempre escucho

y que me hace creer en lejanías,

en prójimos de abrazos apretados

y en tierras de un verdor por conquistarse.

Me gusta el palpitar de cada día

y el ancho devenir de quien construye,

las manos con que el niño toma un globo

y lo deja en libertad como a sus sueños,

la risa, incluso en el más grave tema,

y el brazo que sostiene al que vacila,

me gusta, pues, lo habido y lo que tengo,

y más lo que ya di, porque era el fin de sostenerlo:

abrazos, corazón, gritos, guitarras, vuelos

y una firme oración por los destinos de mi especie.

Por eso el porvenir es importante,

porque detrás de lo hecho y de todo lo que hacemos

se va siempre acercando, busca rumbos

y agita su verdad de primavera en el sembrado,

de simientes que duermenm abrazándose a la tierra

y con toda la fe en esa constancia que da el riego.

Fue una lágrima, fue sudor, fueron las gotas de tu sangre,

pero la tierra floreció con esa herencia de trabajos,

el porvenir vendrá, yo te lo digo, pues cantamos

y al cantar rueda en nosotros aquella llanto

que cierra entre nosotros el feliz y eterno pacto.

 

http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/

 

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  • Autor: Óscar Pérez (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 25 de octubre de 2014 a las 17:50
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 65
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