Guillermo reside con su esposa y sus dos hijas, en una modesta casa de dos plantas que heredó de su madre.
Guillermo es un hombre tranquilo, sencillo y dedicado a su hogar, de no ser por su acentuada claustrofobia, se podría decir que es un hombre realmente feliz.
Guillermo relata, que desde hace más o menos cuatro años, y casualmente en las noches de Halloween, en su casa han comenzado a suceder cosas extrañas, a lo que un estudiado en la materia llamaría fenómenos paranormales.
Dichos fenómenos se los ha tratado de explicar de la manera más sencilla, a su hija mayor que tiene 12 años, pero no es fácil que ella le crea la explicación, aunque en ocasiones haya presenciado al menos uno de estos episodios.
Guillermo le pregunta a su hija mayor, si no siente temor por lo que ha presenciado, o que de nuevo vea que algo raro está ocurriendo en la casa, ella le responde: Que mientras esté acompañada con él, ella está segura y no siente miedo alguno.
Cierta noche, estaba toda la familia reunida en la sala viendo una película, cuando de repente la puerta del baño de la sala que es corrediza, comienza a moverse como si alguien estuviera dentro del baño y no pudiera abrirla, todos se miraron para ver quien faltaba, pero para sorpresa de todos, no faltaba nadie.
Guillermo cuenta, que los movimientos en la puerta duraron de 10 a 15 segundos aproximadamente.
En otra ocasión, la luz de la sala que tiene un regulador de intensidad, esa noche estaba al máximo, porque su esposa estaba ayudando a la hija en un trabajo, que debía entregar al día siguiente en la escuela.
De pronto, la intensidad de la luz bajó al mínimo, pero sin llegar a apagarse por completo, Guillermo al ver que la sala se oscureció, preguntó si ya habían terminado lo que estaban haciendo, la repuesta de la esposa fue lapidaria: No, creo que otra vez nos vinieron a visitar los “fantasmas”
La hija no creía mucho en “fantasmas” y por eso le dijo a su papá: Papá no será mejor que busques un electricista para que revise la lámpara?
Siguiendo la recomendación de su hija, Guillermo llamó a un electricista para que revisara, no sólo esa lámpara, sino todo el sistema eléctrico de la casa. Después de revisar todo el sistema eléctrico, la conclusión del electricista fue: No hay ningún tipo de problema de esa índole en la casa.
Según Guillermo y su esposa, lo más aterrador que les ha pasado hasta ahora, fue una noche como a las tres de la madrugada, cuando se despertaron por el ruido que hacía la puerta de su habitación al abrirse y cerrarse simultáneamente.
Asustados ambos se levantaron de la cama, para ver si quien abría y cerraba la puerta de esa forma, era alguna de sus hijas, o quizás las dos, que les estaban gastando una broma, al asomarse a la puerta, notaron que todo el pasillo estaba oscuro, caminaron a la habitación de las niñas, y vieron que estaban profundamente dormidas.
Al día siguiente, el matrimonio fue a la iglesia más cercana, para hablar con el párroco de lo que habían visto, y éste les recomendó hacer un exorcismo en la casa, por si acaso había un espíritu acampando allí.
Es obvio que este episodio no se lo quisieron contar a las niñas, porque no querían que estuvieran asustadas, pensando que en la casa se había instalado un fantasma.
Aparentemente, el “fantasma” solo los visitaba la noche de brujas, o Halloween, porque el resto del año en la casa no se oía, ni se veía nada extraño.
Razón por la cual, el matrimonio se olvidaba de los consejos del párroco.
Llegó de nuevo la noche de brujas o Halloween, fiesta que Ernesto y su familia no celebraban, pero la mayoría del vecindario si lo hacía.
Esa noche, se fueron a dormir cerca de la medianoche, por la música y el ruido, que hacía la gente en la calle, la cual se había convertido en una gran pista bailable, donde todos los vecinos disfrazados bailaban alegres hasta el amanecer.
Todos dormían en la planta alta de la casa, a excepción de la perrita Susy, quien dormía en su camita en la planta baja.
Ya casi estaban por conciliar el sueño, cuando escucharon llorar de manera inusual a Susy, Guillermo bajó a ver que podía causarle el llanto a la perrita, la revisó, la llevó a tomar agua, y por último le dio una galleta.
Guillermo subió las escaleras lentamente, pensando que ojalá Susy se quedara tranquila, porque él ya estaba que los ojos se le cerraban del sueño.
Apenas se metió en la cama, Guillermo volvió a escuchar el llanto de la perrita, esta vez fue su esposa la que bajó a verla, y como la encontró temblando, decidió subirla con todo y camita, y dejarla en el pasillo junto a su habitación.
Al poco rato de estar dormidos, Susy comenzó a llorar de nuevo y con mayor intensidad, saltamos de la cama y fuimos presurosos al lado de Susy, las niñas también salieron de su habitación, en fin, los cuatro estaban rodeando a la perrita, que no dejaba de llorar y de saltar de forma nerviosa.
Por un momento Susy se quedó callada, y se metió en medio de las piernas de Guillermo y corriendo entró a la habitación de la pareja, los integrantes de la familia salieron presurosos detrás de ella.
Susy estaba sentada frente a la puerta del baño, ya no lloraba, sino que gruñía y olfateaba amenazante la rendija de la puerta.
La familia la observaba y hablaban entre si, de llevarla al día siguiente al veterinario, pues parecía que la perrita estaba enferma y tenía algún dolor que la hacía llorar de esa manera.
A ninguno se le ocurrió pensar, que todo aquello de Susy, tenía algo que ver con el “fantasma” de la noche de Halloween, hasta que la puerta comenzó a traquear y a bambolearse peligrosamente como si fuera a caerse.
La familia en pleno comenzó a rezar, mientras que Susy seguía gruñendo y con sus patitas le daba a la puerta, en ese momento, un relámpago iluminó las ventanas y en seguida se desató una lluvia torrencial, acompañada de unos gigantescos truenos, que estremecían toda la casa.
Por un momento la casa quedó en total oscuridad, y fue cuando se escuchó un alarido aterrador, seguido de un golpe seco y un vaho tibio y repugnante envolvió toda la estancia.
Guillermo no sabe con precisión en cuanto tiempo pasó todo esto, solo recuerda que las luces se encendieron de nuevo, que ya no se oía el ruido de la lluvia, y toda la casa estaba envuelta en un silencio sepulcral.
Susy yacía sin vida y con los ojos desmesuradamente abiertos frente a la puerta.
Al asomarse a la ventana para ver si la lluvia había hecho algún daño, Guillermo se quedó atónito, la calle estaba seca y sin rastro alguno del torrencial aguacero que había caído.
Ojalá el sacrificio de Susy no sea en vano, y haya servido para que el “fantasma” que los visitaba en la noches de Halloween se haya marchado definitivamente...
María B Núñez
- Autor: Barven (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de octubre de 2014 a las 00:15
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 118
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios3
Buen cuento amiga Barven, un gusto leerte
besos
bambam
Gracias amigo Bambam por estar en mis letras.
Te dejo un abrazo en la distancia con cariño...
Muy hermoso tu cuento en prosa amiga Barven...
Muy grata la lectura de tus letras...
Saludos de afecto y amistad...
El Hombre de la Rosa
Muy agradecida como siempre por tus comentarios amigo poeta.
Te dejo un abrazo con cariño...
VAYA CUENTO... ME DIO SUSTO... Y DICEN QUE CUANDO UNA MASCOTA MUERE ES POR PROTEGER A SU AMO... ESO DIJERON CUANDO LA MASCOTA DE MI HIJA LA ATROPELLO UN CARRO
ME GUSTO VOLVER A LEER TUS LETRAS... HACIA MUCHO NO PUBLICABAS
ABRAZOS DTB
Amiga!!! Gracias por estar siempre presente en mis letras.
He tenido un año un poco difícil en lo personal, por eso andaba
un tanto desaparecida, pero ya estoy poco a poco volviendo a
tomar el ritmo.
Un beso grandote...
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