He visto tu efigie y conozco tu voz,
aunque te conocí de lejos, me adentré en tu vida;
abriste tu pecho para exigir sosiego
al destino artero que me hacía infeliz.
Embelesé tu oído con dulces anhelos,
esbozaste sonrisas que alcancé a sentir;
te dediqué mil besos y la pasión que siento
a cambio de que me lleves junto a tu latir.
Un par de locos que suspiran al viento,
que ven en la luna el rostro de su amor;
cuentan estrellas para medir la distancia
y las circunstancias que privan su ilusión.
Estamos tan lejos, sin poder tocarnos,
más en la distancia te aprendí a querer;
han germinado en mi adentro vastas ilusiones,
y aún así no posea tu cuerpo, ya eres mi mujer.
No habitamos en la misma tierra,
ni convergemos en lugar afín;
sólo vemos nuestra faz en fotos,
y una línea acorta la distancia ruin.
Tenemos motivos para caminar de mano,
una historia prohibida que permanece oculta;
más emergerá un día de entre aguas turbias,
para encarar al mundo con nuestra realidad.
Anhelo mañana poder abrazarte,
apresarte en mi seno y no dejarte huir,
aspirar el aroma que emana tu cuerpo,
y recorrer tu talle cuando entre en ti.
Besar tus labios me colma de sueños;
añoro tanto perdurar en tu vida,
que cuando el ocaso me robe los días
recuerdes a este hombre que te dio su amor.
Alberto Morales Ureña
Derechos de Autor
- Autor: Alberto Morales Ureña (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de octubre de 2014 a las 14:39
- Categoría: Amor
- Lecturas: 161
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios2
Hermoso poema de amor, que a la distancia se entrega sin medida en una locura que solo dos corazones comprenderán.
saludos amistosos
Muchas gracias por los comentarios, siempre halagadores, saludos
Muy bueno tu gran poema de amor amigo Alberto
Un placer pasar por tu portal...
Un abrazo de Críspulo....
El Hombre de la Rosa
Muchas gracias amigo por sus halagadores comentarios. Saludos
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