No sé qué hice bien en esta vida,
me la pasé mirándole el trasero a viejas amigas,
susurrando palabras de amor en los oídos de las que ahora
me odian a morir,
llevándome a la cama cuerpos esbeltos
que nunca lograron quitarme la inocencia, pero para ser
sincera ni yo era inocente ni ellas precisamente practicantes de la
biblia, lo que pasó allí se fue con el sol-cuando había suerte-.
Nunca repartí mi mano con la de la familia,
fui oyente pero no escucha;
quise a morir tantas veces pero
la muerte se me hizo eterna o quizá
el querer fueron palabras bonitas para
conocer otras sábanas.
Rocé cuerpos que me parecieron deseables
por dos noches quizá, labios que no me gustaban tanto
pero el vino estaba escaso y yo quebrada monetariamente;
tomé cursos de enamoramiento salvaje, por lo consiguiente,
el sexo también lo era.
Sabía qué debía hacer,
cómo comportarme,
sonreír y decir atentamente: “Te entiendo muy bien”
y entre sus piernas pronunciar las palabras mudas
más hermosas.
Tuve una buena vida debo aceptar, pero eso de andar
de flor en flor me ha ido agotando y la verdad no soy una niña,
mi cuerpo envejece más lento que mi razón, lo sé.
Hoy he conocido lo que jamás creí que me sería entregado,
una gema, una Diosa, una deidad; y no es que crea en tales religiones
pero por ella me haría practicante, sacerdotisa y devota
de lo que no conozco. Tiene los ojos más hermosos otorgados
por el creador, unos que me llevan al infierno y al cielo a la misma vez;
la sonrisa más hermosa y torcida que he visto, es una muñeca en reparación
y le he entregado lo más vital, porque si no la tengo este musculo que hace
ruido en mi pecho no tendría razón.
(…) La razón es ella.
Siempre ella.
- Autor: Sue P (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 31 de octubre de 2014 a las 20:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 44
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