Él era la paciencia.
Yo era la inquietud,
Él era el control, la guía…
Yo era la fuerza desenfrenada.
Él era luna que vencía la marea.
Yo era el mar agitado.
Él era el canto de los pájaros, el que amansaba;
sol que alumbraba las mañanas…
Yo era la tempestad, el fragor que asustaba.
Yo iba hacia adelante irrumpiendo caminos.
A veces sin darme cuenta iba devastándolo todo…
Él llegaba en seguida, con sosiegos,
Retomaba la paz, y alivianaba mis trinos.
Yo era lejanía que asombraba,
Él era luz que enseñaba y acogía…
Yo era la oscuridad y el misterio que intrigaba,
Él era la trasparencia que cautivaba sonriendo.
Yo era fuego…
Él era aire, y me apagaba, muchas veces.
En otras me encendía: alta y liviana.
Él podía domar la leona que ruge en mí,
Colmando de caricias los males que me acechaban.
Para luego, a su antojo, dejar libre la fiera,
hasta sentirla dócil entre sus brazos.
Sin embargo yo
era el huracán desastroso que a todo derrumbaba,
y él una brisa buscando calmaría.
De vez en cuando, intercambiábamos papeles
Él era lo que yo, y me volvía lo que él…
Él era todo de lo que necesitaba.
Yo era, tal vez, lo que aún no le hacía falta.
(Socorro Maria Lopes)
- Autor: Lucero Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de noviembre de 2014 a las 14:58
- Categoría: Amor
- Lecturas: 81
- Usuarios favoritos de este poema: nicol, ADOLFO CESAR MARCELLO
Comentarios2
bello desarrollo y excelente final, un beso para ti.
Muchas gracias!!!
Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ
Muy bellas letras, me encantaron tanto como el desarrollo de la poesía.
Besos.
Ruben.
Muchísimas gracias, Ruben...
Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ Saludos, querido!
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