SONETILLO MADRE
Cuando la piel va sembrada
con más de un pliegue de brecha,
no siempre buena cosecha
recoge el cuerpo morada.
Al tiempo el agua calada
deja la dermis maltrecha
¡No siendo el blanco de mecha
quién calme el alma llorada!,
sino quien ansia la flecha
a una vivencia dañada
por tanta herida que techa
más de una pena sangrada,
¡en un ocaso que acecha
la blanca sien arrugada!
I
Cuando la piel va sembrada
y en la cepa de su plante
dormita el polvo rasante
de la caduca pisada,
¡es, cuándo del caminar!,
se ha de recoger la siega
antes que la parca ciega
nos elija en su viajar.
Y nos muestre cuan divina
puede ser la ansiada fecha
que pausada se reclina
ante la piel que maltrecha
surcada y tenue camina
con más de un pliegue de brecha.
II
Con más de un pliegue de brecha
marcha la frente marchita,
busca con saña la cita
en que le llegue la flecha.
Porque su vida maltrecha,
sola y cansada le grita:
"¡Venga esa pronta visita
y dale muerte a la endecha!"
Sabe que la parca excita
a su semblante deshecha,
siendo su risa bendita
la que seguro aprovecha,
¡ya qué en su siembra dormita
no siempre buena cosecha!
III
No siempre buena cosecha
desagua en silo lejano,
sino que duerme al secano
pústula de abierta brecha.
¡Sueña al yacer la locura
de un renacer a otra vida
dónde calmada la herida
arraigue solo ventura!
Porque la senda quedada
la cubre el polvo dañino,
pegado al mal peregrino
que no arribó a la llegada
¡Y porteada en su lino
recoge el cuerpo morada!
IV
Recoge el cuerpo morada
y en cada poro la cría
a toda aquella alegría
que halla en su pecho grabada.
Dónde la dulce mirada
de dicha dada en su día
se sienta y queda vigía
cual lapa en roca pegada;
atrincherada y bravía
en pertinaz oleada,
batida en frente sombría,
quedando allí estancada
¡Cual presa nunca vertía,
al tiempo, el agua calada!
V
Al tiempo el agua calada
cava su fuerte en los trinos,
donde se esconden mezquinos
tragos de amarga colada.
¡Porqué la ninfa pasada
quizá no mueva molinos,
pero cincela destinos
en la molienda dejada!
Cuando la harina molida
no calla el hambre que acecha
y pertinente destecha
a toda huella cumplida
¡Y en permanente crecida
deja la dermis maltrecha!
VI
Deja la dermis maltrecha
cualquier ventisca cogida
que sin cubierta tendida
el frío al alma barbecha,
y mala savia pertrecha
sin darle a tiempo salida,
al sufrir la cruel batida
cual cazador que rececha,
a toda presa abstraída
fijando el cebo en la trecha;
privando a unas de vida
y otras les dejan deshecha.
¡Siendo quién marque mordida!
No siendo el blanco de mecha.
VII
No siendo el blanco de mecha
el portador del olvido,
sino el que entona el vivido
y sabio tono le techa.
Tampoco quien desentecha
a cada instante podrido
¡Ya qué el color adquirido
ninguna etapa desecha!
¡Y cuándo aquel tono aferre
la deseada palada!,
tal vez la llaga portada
con tierra de olvidos cierre,
y sea al fin con su entierre
quien calme el alma llorada.
VII
Quien calme el alma llorada
no ha de ser otro que more
y entre las sombras aflore
con la guadaña afilada,
para librar la fachada
de carne al cuerpo que llore
y pronto calle y no implore
cuando se sienta tocada.
¡Ante la muerte segura
que se aproxima derecha,
no hay quien escape aunque dura
fuese ante el blanco que acecha!
¡Ni quién reclame dulzura!,
sino quien ansia la flecha.
IX
Sino quien ansia la flecha
en la continua tortura
que se fragua en la blancura
al no sembrarla correcha.
¡Cuándo allá, en otrora fecha
de juventud, la bravura
fue la reina en la montura
que asentaba su cosecha!
Siente ahora aquel pecado
como propio de la edad,
de la edad achiquillada
que se forja sin borrado
y se añade con crueldad
¡A una vivencia dañada!
X
A una vivencia dañada
por no podar el ramaje
que desgarró el embalaje
con saña desmesurada.
¡Cuándo la historia forjada
se moldeó sin drenaje,
dando lugar al paisaje
qué luce en su tez preñada!
Preñada de agua caída
y recargando la mecha
con tonos de despedida
en el vestir que pertrecha
¡Sin ver la luz de la vida
por tanta herida que techa!
XI
Por tanta herida que techa
de un viejo amor de locura
que se implantó con anchura
al pecho que aún le estrecha.
Y aunque en vida no desecha
quiere hacerlo en tumba oscura,
donde se empape de cura
en tierra donde se echa.
Ya que sabe de un lugar
en donde no queda nada,
donde se puede olvidar
cada profunda andanada
¡Dónde se puede sanar
más de una pena sangrada!
XII
Más de una pena sangrada
llora pidiendo descanso,
busca algún quieto remanso
donde hallar la paz soñada.
¡y el perdón, qué se merece,
todo infiel qué no reniega
del pecado, qué no niega
y por dentro aún le escuece!
¡Cuándo encuentre todo ello
y enmudezca al fin la brecha!,
felizmente su destello
será ruta de lo bello
enterrada ya la endecha.
¡En un ocaso que acecha!
XIII
En un ocaso que acecha
cual hoja que precipita
y ante el último aire grita:
"¡Mi fin de abono provecha!"
Y estiércol en la cosecha
será si en grano palpita
y harina le capacita
pa´l pan que el hambre aprovecha.
Y tierra fresca fusiona
al grano y hoja finada,
su brote al poeta emociona
y plasma en letra dorada
¡Cuándo a su tiempo corona,
la blanca sien arrugada!
XIV
La blanca sien arrugada
tan solo quiere reposo
y que la lleven al foso
donde se quede calmada.
Para colar la pisada
y desprenderse del poso
que transportó generoso
en cada triste jornada.
Mientras camina canoso
hacia la nueva alborada,
mira y recibe gozoso
el beso de la estocada.
¡Por fin se siente dichoso,
cuándo la piel va sembrada!
Sánchez Macías
(derechos reservados)
- Autor: GAVASE (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de noviembre de 2014 a las 06:50
- Categoría: Triste
- Lecturas: 99
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios2
Una soberana y hermosa poesía épica amigo Gavase
Un placer pasar pòr tu portal...
Un abrazo de amistad de:
Críspulo...
Que semillero de sonetos tan hermosos! un placer Macías.
Abracitos 🙂
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