La observaba apasionado desde lejos.
Ella con sonrisas respondía,
un íntimo mirar de picardía
fue alumbrando las sombras de la noche.
En un sueño de opulencia y derroche
que avivaba insolencias vespertinas.
Pudieron apreciar cada colina
y el radiante hechizo de los bosques.
La bucólica suavidad de los montes.
Una incitante prestancia en las praderas.
Comenzaba recién la primavera,
junto a la postura del enhiesto cerro.
El prado, humedecido y sereno
invitaba a diseñar todas sus sendas
abriendo inexistentes huellas
en tan bello y oculto terreno.
Maravillados por tanto ensueño,
en el paisaje nocturno más perfecto,
unió a ambos en un mismo pensamiento
con el excitado susurro de los vientos.
Ya no existía el frío del invierno
solo turgencias, curvas, y embeleso,
en un paisaje tan cordial y placentero,
como el más ferviente de los besos.
© ESCRITOR INGEL LAZARET
(noviembre, 2014)
- Autor: escritor ingel lazaret (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de noviembre de 2014 a las 13:50
- Categoría: Amor
- Lecturas: 459
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