Los días pasaban por sus ojos cuando miraba el mar,
y dejaba que el mar lo cubriera como una sonrisa,
y en un juego armonioso mis manos,
serenas y libres,
acariciaban su rostro.
Su cuello y mis labios, y llanto para mañana.
Ya no estará.
Ya no estará.
Pido que yo no necesite el regalo de su cuerpo en un espejismo verde
como sus ojos..., ni su vida,
donde él fue guardando todas las tardes como en la que escribió
-inmóvil como una piedra en su destino-
"Te dejo los restos de mi amor. Viajo hacia un acaso incierto.
Pero es para siempre.
No me busques. Sólo en las sales del mar."
G.C.
Direc. Nac. del Derecho de autor
- Autor: GuillermoO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de noviembre de 2014 a las 16:44
- Categoría: Amor
- Lecturas: 49
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