El feo Bierce.

Benedetti

Todos los días transcurren igual para los feos y su desgracia, así que decidí ponerme el saco color negro que colgaba listo, planchado, para la hora incomoda de salir a trabajar.

Tenía, como siempre que ingeniármelas para que esta quemadura en el rostro no se notara.  La cubrí con el poco de cabello que tenía en frente, salí de un salto del cuarto habitación que rentaba a las afueras de un parque hermoso, apresuré el paso, subí al bus y tome asiento.

Transcurrida la media hora para llegar al trabajo, el jefe me esperaba sentado en la oficina con unos papeles en mano que tenían la palabra “PENDIENTE”.

Los tome y de reojo pude avisar que eran cuotas de pensiones atrasadas; fijé el salario (mínimo, como de costumbre) y me apresure a firmarlo, con una letra fea y temblorosa. Los entregue a la secretaría Dania (que llevaba faldas cortas y un escote tan reducido que se podía uno figurar todo), pero esto a ella no le importaba; hacía el trabajo con el mayor esmero posible.

A la salida, tome un café express de los de la cafetería de la esquina.  Una joven llamó mi atención, leía un libro de Mario Benedetti; me levante y pidiendo me dejara tomar asiento con la mayor atención

 

 

 

Respondió

-sí

Con cierta timidez. Me apresuré a tomar asiento, y con voz suave pregunte: ¿Cómo te llamas?

Eva contesto.

¿Esperas a alguien?

Pregunte.

No, solo espero mi taza de café.

Porque te gusta Mario, algún poema en especial?

No, para nada… Y tu fulano preguntón, ¿Cómo te llamas?

Me llamo Bierce, Paul Bierce, ¿Porqué tapas tu rostro de ojos azules y mejillas blandas?

Otra pregunta más contesto. Porque soy tuerta ¡idiota!

Le gente del lugar miraba con cierto espanto la conversación de los feos, unos murmuraban: un roto para un descosido, y otros no tan exactos decían: con la fea de la cuadra, con la fea de la cuadra. Este wey se dio en toda la madre.

Tomamos las tazas de café, frías por el mormullo de los demás y decimos salir. En la calle llovía, y ella, la fea, no llevaba más que un vestido que dejaba ver sus pálidas rodillas. Me quite el saco y lo entregue, porque toda ella temblaba de frío.

Tímida dijo: vamos a mi departamento que está a solo dos cuadras de aquí, corrimos como no tienen ustedes una idea, abrió la puerta, se quito el saco y encendió la fogata.

Espera dijo.

Prepararé más café, no insistí.

Y contesto: ¿Por qué te papas la cara?

Porque… porque

¿Es que le tienes miedo a una tuerta?

No, porque tengo una quemadura.

El café hizo su efecto, ella tan amorosa y pasional tomo mi cicatriz, la beso dulcemente, recorrió mi cuello y bajo hasta el pecho; y yo tome su ojo, la apreté fuertemente hacía mi, y con dulzura desabroche su vestido. Apago la luz, y dijo: Aquí yace el amor entre dos feos, ¡que dios nos perdone, que dios nos perdone! Pero hoy soñaremos con lo que otros jamás podrán soñar, y sin más fornicamos como dios manda; o mejor dicho como dios sugiere.

 

Benedetti (Joseph Cernuda)

 

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  • Autor: Joseph Cernuda (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 13 de noviembre de 2014 a las 13:35
  • Comentario del autor sobre el poema: Hola amigos, buen día. Este es el primer cuento que publico, espero les guste. Ya que casi nadie publica uno, dije por qué no. Gracias por leer.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 108
  • Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, Isis M, rosamaritza
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Comentarios6

  • El Hombre de la Rosa

    Un hermoso relato literario en cuanto prosaico amigo Benedetti
    Un placer haber pasado por tu portal...
    Saludos de amistad...
    El Hombre de la Rosa..

    • Benedetti

      Gracias maestro, saludos.

    • Joseph Octavius Moral Lope

      Me recuerda mucho al cuento La noche de los feos, creo que es de Benedetti. Se acerca mucho. No lo digo para auparme, sólo para que lo leas.

      • Benedetti

        No lo eh leído amiga, pero gracias por la recomendación. Saludos.

        • Benedetti

          Tienes razón amiga, yo nuca lo había leído hasta ahora... Es muy similar el cuento... Pero ahora me pregunto porque lo escribí.

        • Isis M

          No hay nada feo en este mundo y me hizo recordar una canta-autora cubana, Teresita Fernandez, decia:
          a las cosas que son feas, ponles un poco de amor y veras que las tristezas cambian pronto de color...
          besitos
          Isis

          • Benedetti

            Gracias por el comentario amigata de ojitos azules. Un gusto tenerte por acá.

          • Miriam Inés Bocchio

            Hermoso cuento has plasmado amigo joseph ,
            Saludos de Ines Ine

            • Benedetti

              Gracias amiga, saludos. Un gusto tenerte por aquí.

            • rosamaritza

              bello relato amigo querido, la belleza se lleva en el alma, un gran abrazo amigo querido, tqm.





              rosamary

              • Benedetti

                Gracias amiga, igualmente; un gusto tenerte por aquí.

              • kavanarudén

                Muy bien.
                Un hermoso y creativo escrito.
                Siempre la misma historia, la gente que comenta lo que no debe, las críticas, el meterse en la vida de los demás....parece que la cosa no cambia desde tiempo inmemoriales, pero lo que me gustó es que ellos no se cohibieron, siguieron su vida y al final estuvieron juntos. Besaron sus fealdades, o al menos lo que creían lo era. El amor no hace distinción y se ofrece a todos.
                Un gusto leerte amigo
                Kavi

                • Benedetti

                  Gracias amigo, que bueno que te haya agradado, quise publicar algo diferente, que casi no se ve por acá. Es solo salir un poco de la rutina de "Soñador y poeta". Saludos y gracias por estar acá.

                  • kavanarudén

                    Pues has hecho muy bien.
                    Sigue cultivando tu vena artística en la escritura. Lo haces muy bien. ànimo siempre

                    Kavi



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