MI SOPORTE

Alek Hine



(décima)

 

A pesar de que en natura

halla el lánguido su muerte

para que perviva el fuerte,

no me visto de tristura,

¡mucho menos de amargura!

Sé que el mundo es harto cruento, 

pero no me abrazo al cuento

de un supremo Ser divino,

¡el soporte de mi sino

es mi claro entendimiento!

  • Autor: Alek Hine (Offline Offline)
  • Publicado: 16 de noviembre de 2014 a las 22:56
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 200
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Comentarios3

  • Donaciano Bueno

    La lucha permanente entre la la razón y la necesidad de creer.
    Un abrazo

    • Alek Hine

      Hay demasiada gente que considera una necesidad el creer en un Dios. En mi caso no existe esa necesidad. Para mí, necesidad es una situación en la que, para mantenerse vivo, el organismo no puede prescindir de algún elemento, como el aire, el agua, y por supuesto, el alimento, pues si se prescinde por completo de cualquiera de estos, le sobreviene la muerte.

      La creencia en un Dios o en los dioses podría, con validez, calificarse de necesaria si toda la humanidad la presentara, sin excepción de uno solo de sus integrantes; pero hay muchos llibrepensadores, sean ateos o agnósticos, que muestran y demuestran que creer en la existencia de lo divino no es una necesidad. Sin embargo, puedo comprender muy bien el temor a la muerte y el anhelo de vida eterna en la mayoría de hombres y mujeres.

      Gracias por comentar. El diálogo siempre es bueno, nos ayuda a un mejor entendimiento.

      Mi abrazo cordial.

      • Donaciano Bueno

        La búsqueda de un ser superior ha sido una constante en la humanidad desde que se tienen noticias. Otra cuestión es que uno tome posiciones más o menos científicas, más o menos racionales, o que por el contrario saque sus propias conclusiones de las incertidumbres y decida creer, pero el hecho en sí está supercontrastado. Cuentan de Voltaire, un ateo reconocido, posiblemente sea una leyenda, que en una ocasión en la que se encontraba en una barca en alta mar con el peligro de naufragar invocaba a dios para que le salvase. Yo, personalmente, tengo una máxima: yo no sé si dios existe, tampoco sé que no exista ¡ójala exista!
        Un abrazo

        • Alek Hine

          En "El mono desnudo", Desmond Morris nos dice: "Ya que hemos aludido a la religión, convendrá, quizás, examinar más de cerca esta extraña forma de comportamiento animal... Las actividades religiosas consisten en la reunión de grandes grupos de personas para realizar reiterados y prolongados actos de sumisión, al objeto de apaciguar a un individuo dominante... A primera vista es sorprendente que la religión haya prosperado tanto, pero su extraordinaria potencia es simplemente una medida de la fuerza de nuestra tendencia biológica fundamental, heredada directamente de nuestros antepasados simios, a someternos a un miembro dominante y omnipotente del grupo."


          Para podernos entender, digamos Dios al hablar de una busca por parte del hombre, pues comparativamente y en varios respectos la humanidad tiene seres superiores e inferiores y, sin embargo, los superiores no son dioses desde la perspectiva humana. Aunque pudiera esa busca humana calificarse de constante, de la misma no se deduce la existencia de un Dios. "La imaginación puede llevarnos a lugares que no existen", dijo Carl Sagan; por esto es que necesitamos del escepticismo. Es que nuestros deseos casi siempre hacen buena pareja con el autoengaño, especialmente en relación a nuestra mortalidad. En general, cuando la mentira o el engaño resultan de provecho o agradables a los espíritus atribulados, estos poco hacen para cambiarlos por la dura verdad.

          Sobre el pedido de ayuda por parte de Voltaire, pudiera ser, pero yo dudo esa historia. Incluso si es verdadera, ¿qué demostraría? Lo único que probaría es el temor de un hombre, el de Voltaire en este caso. Hay quienes me dicen que cuando yo llegue a la vejez voy a solicitar la salvación al supuesto Dios. Lo dudo, porque mi respuesta es: ¿Qué demostraría eso? ¿Que hay Dios? ¡No! Lo único que demostraría es que las piernas me fallaron, que mi miedo pudo más que mi razón, más que mi saber. De alguna manera, ya he enfrentado la muerte y no he caído en esa flaqueza. Se puede pedir ayuda a quien uno considera existente. De otra forma no tiene sentido el grito de auxilio. Eso es cuestión de congruencia, y por supuesto, de inteligencia.


          Encuentro que a muchos siempre les es posible colocar a Dios en la zona del desconocimiento, ahí donde su conocimiento no alcanza. Pero siempre ha sido prematuro llamar Dios a nuestra ignorancia. En mi concepción del mundo no cabe Dios, y esto no por capricho, sino por la vasta información de que disponemos. Por desgracia, algunos agnósticos contemporáneos han pasado por alto los argumentos de reducción al absurdo. La existencia de un Dios viene a ser un absurdo en la actual concepción de nuestro Universo o Cosmos. Sagan, en su "Punto Azul Pálido" nos dice lo siguiente, en donde el punto azul pálido es la Tierra fotografiada desde más allá de la órbita de Plutón:


          "Ann Druyan sugiere un experimento: observemos de nuevo el punto azul pálido del capítulo anterior. Contemplémoslo durante un rato. Miremos ese puntito el tiempo que haga falta y luego tratemos de convencernos de que Dios creó todo el universo exclusivamente para una de entre los diez millones de especies que habitan esa mota de polvo. Demos ahora un paso más: imaginemos que todo fue creado para un solo matiz de esa especie, o género, o subdivision étnica o religiosa. Si eso no nos parece demasiado improbable, tomemos otro puntito. Supongamos que ése está habitado por una forma distinta de vida inteligente. También ellos defienden la noción de un Dios que lo ha creado todo para su beneficio. ¿Tomaremos en serio su reivindicación?"

          Este argumento de Druyan es aplastante, contundente. ¿Dónde queda Dios en este cuadro tan ingente que solo unos cuantos ojos humanos pueden abarcarlo? Creo que esta es precisamente la razón de que haya tantos creyentes en lo divino, que son pocos los ojos que realmente pueden ver el enorme cuadro que es el Cosmos. La mayoría tiene no solo los pies pegados a la tierra, también los ojos. Hay demasiadas estrellas en el cielo nocturno que nos hacen pensar, formular preguntas valientes para contestarlas con profundidad.

          Creer en la existencia de un Dios, creador de todo cuanto hay, es abrazar la vieja idea de que todo gira a nuestro alrededor, ya no como el geocentrismo ptolemaico sino como un obstinado antropocentrismo, donde el Hombre es el centro de todo el universo. ¿Quién puede creer semejante doctrina? Por increíble que parezca, millones y millones de personas la creen. ¿La razón? A mí me parece más que obvia. Sagan nos habla de este antropocentrismo espeso en "La diversidad de la ciencia: una visión personal de la búsqueda de Dios", libro que recomiendo ampliamente.

          Me parece que fue Jules Renard quien dijo: "No sé si Dios existe, pero sería mejor para su reputación que no existiera". En lo que a mí respecta, viendo y entendiendo el mundo tal como es, no veo lugar para ese Dios tan sonado. Años atrás tal vez deseé con todas mis fuerzas su existencia, pero ahora ya no. Aparte de que en las teorías científicas no solo no hace falta sino que estorba para el buen entendimiento de las mismas.

          Creo que si Dios existiera, desde hace mucho que hubiera dicho "!Aquí estoy!" O quizás debo suponer que es ciego, sordo, mudo, cojo, manco y ¡hasta castrado! Probablemente ese Dios sí existe, pero ¡ay!, a mí me resulta indiferente en cualquier caso. Einstein no concebía un Dios que premia y castiga; yo ni siquiera concibo uno.

          Mi abrazo cordial.







          • Donaciano Bueno

            Perdona, yo no he dicho que dios exista, solamente me he expresado sobre el hecho de la necesidad de los humanos de encontrar una razón a las cosas y entre ellas, como parte fundamental, el de la existencia de un ser superior, que podría pasar a formar parte de la respuesta, que tu ponías en duda. Otra cuestión es creer o no. Yo ahí no entro, cada uno tiene derecho a pensar lo que quiera. Por otra parte, desde el punto de vista practicista si a uno le ayuda a vivir, que es de lo que se trata, no de demostrar que uno es mal listo que los demás, pues bien venido sea.
            Precisamente porque a lo largo de la historia existen muchos Desmond Morris que han escrito sobre este tema en uno u otro sentido es la demostración de que al ser humano le preocupa. Y no creo que Desmond Morris sea dios para aceptar sus teorías cono axioma ¿o sí?
            Durante muchos años se tuvieron como válidas las cinco pruebas de la existencia de dios de Santo Tomás y ya se vió donde quedaron. Líbreme dios de dedicar mis esfuerzos a convencer a los demás de una cosa que yo mismo desconozco.
            Ha sido un gusto debatir contigo. Un abrazo

            • Alek Hine


              Amigo Bueno:

              Su postura agnóstica me quedó clara desde el momento en que dijo no saber si Dios existe o no. Yo también fui agnóstico, y llegué a la misma conclusión de Ludwig Wittgenstein, de que si el hombre no podía saber nada sobre Dios —que si era invento o no, que si existía o no—, debía permanecer callado. Pero eso era prácticamente imposible, ya que viendo, más bien oyendo, a todo mundo con el Dios en la boca, la tentación de responder era muy grande, más si yo era interpelado.

              El agnosticismo no me convenció, ni me convence, pues a decir verdad, me parece que este no es más que una máscara del teísmo o del deísmo. Es una postura cómoda en muchos sentidos, justamente lo contrario del trabajo que implica la busca de respuestas a las preguntas que levanta el pavoroso Cosmos en las mentes inquisitivas. Y está bien si uno quiere creer lo que quiera, somos libres de elegir y permanecer donde uno se sienta confortable; pero cuando nuestra creencia nos hace expresar, por ejemplo, que los números naturales son finitos, o que 2+3=9, o que la raíz cuadrada de 2 es un número racional, de seguro que habrá, si no un matemático, alguien que sepa al menos que nuestros tres enunciados son falsos, y muy posiblemente nos lo dirá. ¿Qué es la ciencia después de todo? ¿No es la busca de la verdad, entre otras cosas?
              Así pues, cuando el agnóstico dice no saber si Dios existe o no, en ese momento entra quien afirma que disponemos de la suficiente información como para decidir la cuestión, o sea, que sí podemos saber, y que de hecho sabemos, que Dios no existe, entendiendo su existencia como la de un ente real y no como una mera idea en la mente de algunos.

              Si insistimos en que hay una necesidad humana por encontrar la razón de las cosas, debemos buscar pues la razón de la hipótesis Dios, con toda honestidad. Y cuando buscamos, con miedo o sin él, hallamos porque hallamos. Pero a muchos les ha asustado el hallazgo, porque no es lo que esperaban. El temor puede más entonces.

              ¿Por qué buscamos a un Ser supremo, eterno, creador, benevolente, omnipotente, dador de vida? ¿No es porque morimos? Si fuéramos inmortales, ¿necesitaríamos de ese Ente para nuestra existencia?
              ¿Qué si fuéramos, según el concepto que de Dios se tiene, todos Dioses? En tal caso, el ahora muy anhelado Dios no nos sería necesario. ¿Por qué no buscamos a Dios cuando nos llevamos la porción de alimento a la boca, por ejemplo? Porque podemos hacerlo por propia cuenta. ¿Por qué no pedimos socorro a Dios para que logremos un soneto? Porque podemos hacerlo por sí solos. ¿Por qué no pedimos ayuda a Dios cuando estamos copulando? Porque podemos copular sin su ayuda. La verdad es que aquellos que recurren a Dios lo hacen en esas áreas en que se saben incapaces por sus propios medios de lograr lo deseado. Ahí donde no pueden, entonces buscan a Dios, ansían milagros. Como no podemos darnos la vida eterna, nos resulta agradable creer que tiene que haber un Ser superior que nos la puede dar. Es de sentido común que no intento cambiar posturas agnósticas o teístas, pues cada quien considérase libre de abrazar la creencia con la que se siente mejor —no importa si son mentiras y engaño—, pero he de señalar, haciéndome eco de Carl Sagan, que este Universo, espantable por sus proporciones, no tiene por qué estar en concordancia con la ambición humana. La ciencia imprime coraje y la verdad lo requiere.

              Para terminar, lamento no ser tan blando para el alma afligida; acepto ser un producto del Cosmos.
              Para mí, este pequeño intercambio de impresiones ha sido mejor que responder a un atento elogio; por eso, mis poemas están abiertos a los comentarios, los cuales no tienen por qué ser encomiásticos necesariamente.

              Un abrazo.

            • Nadie

              "¡el soporte de mi sino
              es mi claro entendimiento!"

              ¿Qué sino?, ¿el de disolvernos en la nada para toda la eternidad? Si a esa convicción me llevara mi entendimiento, además de claro me sería odioso.

              El hombre es un miserable cuando razona y un dios cuando sueña. Soñemos pues.

              Un abrazo.

            • Alek Hine

              En verdad lo siento por ti, Lud. La realidad requiere de valor. Si no puedes adaptarte y aceptar lo que no puedes cambiar, puedes odiar el hecho de que te disuelves en la nada, si eso prefieres, o, si siendo un hombre de razón te sientes tan miserable, puedes ilusionarte con la idea de que eres un dios. En lo que a mí respecta, puedo soñar en posibilidades; no soy dado a las utopías..., ya hay demasiados soñando mundos ideales, imposibles. Creo que solo les falta soñar el mundo en que ellos sean Dios.

              Abrazos.



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