Ah, injusta causalidad;
tus garras fueron a caer
en mi pálida conciencia;
en mi frente marchita
de incertidumbre.
Ah, injusticia si las hay.
El conocimiento
de la fría inmaterialidad
de nuestra pobre
(o inexistente)
libertad de acción.
Dios nos salve y proteja
porque ya no queda nada
más que sentarse
y esperar;
o actuar y esperar;
o pensar;
o ni siquiera pensar:
porque el pensamiento
también es causalidad.
Diga, señor, diga,
¿qué es usted acaso?
¿Qué piensa hoy?
¿Qué penso ayer?
No importa,
fue necesario.
¿Cree usted en el bien?
¿Cree usted en el mal?
No importa,
fue necesario.
Es extraño,
me enferma.
Todo ocurre
como causa y efecto.
¿Me están entendiendo?
- Autor: Oscurb ( Offline)
- Publicado: 14 de diciembre de 2014 a las 03:07
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 37
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Muy hermoso tu versar amigo Oscurb...
Que la salud la felicidad y el amor sean tus amigos...
Saludos de amistad...
El Hombre de la Rosa...
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