Ahora van a decir muchas mentiras de ti (Espejo 112)

Raúl Daniel


AVISO DE AUSENCIA DE Raúl Daniel
Estimados amigos de Poema del Alma: Debido a vicisitudes muy extensas de relatar me vi alejado de la página, hoy intento regresar, paulatinamente iré subiendo algunos poemas que ya publiqué, por lo que les pido paciencia, pues es por ahora todo lo que puedo hacer, gracias por vuestra comprensión.

 

Ahora van a decir muchas mentiras de ti,

hasta van a inventarte otra personalidad.

Yo te conocí íntimamente, revisábamos juntos

el inmenso ámbito de tu soledad.

Van a decir que fuiste un apóstol,

¡pero eso es una gran verdad!

No hablo de eso, es de otras cosas,

(que tú y yo sabemos), que te quiero hablar.

 

Fue hace quince años que nos conocimos,

en una iglesia, los dos adorando al Señor.

Tú hablaste verdades y me invitaste a una comunión.

Un litro de vino, mandioca, un pollo al espiedo,

y, entre cuatro paredes, los dos confesamos

nuestro amor a Dios.

 

Después la vorágine que trajo el servicio,

los viajes, las almas ganadas a la causa de Cristo,

y ese anhelo constante de seguir adelante,

y pagar el precio, y decía la gente: ¡Allí van dos necios!,

pero tú me decías: ¡Somos kamikazes!, ¡que no es lo mismo!

 

¿Acaso alguna vez nos importó?,

¿teníamos algo más para perder?

Me mostraste tu pueblo, que eran pobres o eran indios,

no tenías hijos, pero sí cien niños a quienes dar de comer.

 

Te vi hacer milagros con tus oraciones,

gente que moría ¡y no se murió!,

una vez había treinta y seis tortillas para cien personas,

oraste al Padre y ¡al final sobró!

 

Algunos decían que eras mentiroso,

otros que goloso, y se enojaban

porque te veían que tomabas vino;

¡como nos reíamos!, porque bien sabíamos

que a nuestro amado Señor Jesucristo ¡le pasó lo mismo!

 

Escuché que otros dijeron que no tomabas,

y es cierto, ¡sólo conmigo!...

nos solíamos “bajar” un par de cajas de tinto,

¡no nos emborrachábamos!, solamente hablábamos.

Por ejemplo: De la hipocresía religiosa

con la que tanto tropiezan los que buscan el camino,

los que inventaron que Jesús bebía jugo de uva,

y decían de Él lo mismo que de ti y de mi.

Sólo que a mí no me importaba.

Tú te cuidabas porque eras pastor.

Un día, tú y yo, junto a Elías y a Jeremías,

¡y junto al Señor!, ¡beberemos vino del mejor!

 

“Dios hizo el vino para alegrar el corazón del hombre”,

¿Nadie lee esa parte de la Biblia?,

¿Qué leen?, ¿sólo la parte del diezmo?

 

Nosotros también sabíamos

que ése era otro cuento,

¡no se encuentra ninguna referencia

en el Nuevo Testamento!,

¡Qué diezmo ni que ocho cuartos!,

¡Nosotros dimos todo al Señor!,

Tú no tenías ni siquiera un calentador

donde hacer tu comida,

tu vida era totalmente despojada

y dabas lo único que te quedaba: ¡Amor!

 

Trabajabas de cualquier cosa,

no comiste tu pan de balde,

vendiendo libros, discos pedagógicos,

o pintando casas o en la construcción.

Pero nada de eso era tu trabajo,

¡tu trabajo era servir al Señor!

 

Desde Buenos Aires hasta Pedro Juan,

de Ciudad del Este hasta Asunción,

recorriste buscando las almas perdidas,

llevando consuelo a los hermanos indígenas

(y ropas usadas que les conseguías).

 

Tu verbo fue ardiente y muy simplemente,

entregaste tu vida, repartiendo vida

a un montón de gente.

 

Juan Ramón Chaparro, mi hermano querido,

hace una semana llevamos en vilo

tu féretro frío, descansa Juancito,

Juan grande, Juan niño,

que tu obra de amor continua contigo.

 

Descansa mi amigo que ya trabajaste

todo lo que quería que trabajaras Cristo.

 

Y, aunque sé que es justo que hayas dormido,

y que hiciste bien tu largo camino,

aún eras joven y tenías sueños,

que quedan sin dueños,

y se vuelven grises, y se vuelven fríos,

como este vacío que tengo conmigo.

 

Si tú ya cumpliste, si ya estoy cansado,

¡llévame contigo mi hermano amado!

 

  • Autor: Raúl Daniel (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 8 de enero de 2015 a las 01:27
  • Comentario del autor sobre el poema: Yo tuve el honor de servir a Cristo junto a este gran siervo que dio su vida por las almas. Con él no construimos ninguna gran edificación de ladrillos, su iglesia eran campesinos e indígenas por muchas partes de Paraguay. Yo soy testigo de los milagros que Jesús operaba por su intermedio, ¿Quienes podríamos vernos en tal espejo?
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 38
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios1

  • Miriam Inés Bocchio

    Qué hermoso poema amigo Raúl!!!
    Para Dios no se necesitan construir edificios,sino orar y ser su fiel amigo y con ello podremos construir un edificio de amor!!!
    Con amor todo se puede.
    Cariños de Ines Ine

    • Raúl Daniel

      Si tú supieras que persona excepcional fue este siervo de Dios y qué amigo inigualable!
      Hace tres años que falleció, y todavía no lo puedo creer, tenía tan solo 49 años.
      Un abrazo..
      R_D



    Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.