Música de fondo: Artificial Light (Typhoon)
Vamos a asesinar a las musas. Vamos a hacer que se suiciden. Sofía, Clemence, María, apuntándose palabras entre sí. “No eres tú, nunca lo fuiste” se dirán. Y estallarán en risas. Dirán “él siempre lo creyó” - yo lloraré. Hay que tener muy claro que las musas no son personas, son ideas que uno provoca. Parten de una mujer: roban su esencia, roban su imagen y su nombre, y después, destruyen todo. Desvanecen realidades, preparan caminos, son adictivas. No se puede confiar en ellas: su tarea primordial es construir ilusiones sobre pedestales, historias sobre poesía. Con semejante afán, ¿cómo podría uno no amarlas? Por eso es primordial que ahora, libre de su jaula, proceda a ahogarlas en su encanto. El veredicto: son culpables - sobrepasan al amor, sobrepasan a la vida. Nunca más. Hoy quiero amar a una mujer, sin más anhelo que ella misma, en plena humanidad. Y si me ama o no me ama, ¡qué más da!, seremos libres: no habrá más mundos que inventar ni más apocalipsis prematuros. Estamos hartos de las musas. Iremos, una por una, arrojándolas al vacío como procedimiento de rutina. Ellas caerán, todas ellas, y esa será su última nota: porque una musa que no vuela, si la arrojas a la muerte,
i n e v i t a b l e m e n t e
muere.
Carlos Alcaraz
13/01/14
- Autor: Carlos Alcaraz ( Offline)
- Publicado: 13 de enero de 2015 a las 20:56
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 44
- Usuarios favoritos de este poema: mariarl, Claro de Luna, Cock
Comentarios3
muy bueno amigo
Suerte con eso, jajajajaj, tienes que hacer un esfuerzo serio, lo utópico es adictivo. Saludos
Buenísimo.
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