Alice

Alice entra, de apuro, al sanitario, del casino, era lo más cercano. Y cuando va a salir, por la otra puerta del frente, ve a un hombre, no vidente, que había saludado en la calle.Se lo había presentado una conocida.Este hombre, es jugador de tragaperras, tiene un auxiliar y una joven parada a su lado, que le ayude a estos menesteres.

Mas, Alice, al verlo lo saluda, como de toda la vida, y queda atraída por el aparato, que hacía ruido y soltaba musiquita. [ella nunca había jugado]. Y se sienta a un costado y sigue hablando. El que acompaña al hombre, no vidente, le dice-Ahh, noooo!, Ud al que debe conocer es al auxiliar de él, yo soy su hijo. y ella dice que no. El no vidente, que se llama Juan, le comenta a su hijo, que la conoció, en una oportunidad, cuando iban caminando con Checho, yendo al casino, por la calle, y agrega, que es amiga de Manuela.Ahí Alice, ve la cara del señor, como se le transforma, al mencionar el nombre de Manuela. Ahora lo que él no sabe que en realidad , a Manuela la había conocido de casualidad y la acompañaba, a cambiar unos zapatos, que le habían quedado pequeños.

Se acercó el auxiliar, de aquella tarde  y le dice -Buenas noches.-

Mientras tanto Juan, no se detiene un solo segundo de jugar, dándole al botón.

Alice, ya inquieta, también, le gustaría tocar, alguno de eso botones, que no entiende, como se mueven.

Juan le dijo- Ud es una persona afortunada-, a lo que ella le contesta-¿Por qué?- (Si ella solo lo había visto una vez, de casualidad, y esta otra vez también , porque había entrado al gabinete higiénico, algo que ella omite)

-Ud, se habrá dado cuenta, que yo no veo (llevaba gafas negras)- Si, justamente, por eso lo saludé.- Asimismo , sigue insistiendo, en que es afortunada, nuevamente, cosa, que ella no entiende.

Ahí le explica, que él no permite, que nadie se siente al lado y menos que le hable, porque pierde concentración.

En ese momento, Alice, queda callada y sigue mirando la máquina que sigue soltando música. y escuchando la conversación, de la joven que le dice a  Juan, lo mal que se porta el padre de su hijo pequeño,cuando no le está pasando ningún dinero para criarlo.

Alice, que había quedado reflexiva, mirando el techo, del cual pendía una araña, de enormes proporciones, le dice a Juan, que como ella nunca jugó le gustaría, y le agrega, eso de la falta de experiencia en el juego, que puede ser buena fortuna, improvisa, ya que no se acuerda exactamente del refrán.

Mas, el hombre no le contesta. Por eso decide ser prudente, y quedarse sentada y sin hablar. Entre tanto hace calor, el aire acondicionado está a tope, a lo que ella, se saca el abrigo.

Juan, amablemente, le pide que se describa y le ofrece beber algo, que pida lo que quiera...

Llega el auxiliar, y le dice-¿Qué tal?-y a, Manuela,¿la volviste a ver?

Es entonces, que revoleando, ya la mirada, le contesta, que lo único que sabe que no conoce a nadie, que no solo está de paso, si no que tampoco vive allí.

A lo que el señor, que es el hijo de Juan larga una carcajada, y lo invita al auxiliar, a fumar fuera del recinto.

Alice, está un poco sorprendida, de tantos malentendidos, en tan corto tiempo.

Juan que nunca había dejado de jugar, le pregunta, a la jovencita, si la señora sigue allí.

Alice le dijo: que se había quedado muda, luego de la aclaración de él, que no permitía, que la gente se sentara al lado y menos que le hablara.