Mi sombra se pasea mirando la noche que tiembla bajo la mirada de los ojos de miel de los muertos.
Son bravuras extremas de ella que, igual que en la evolución de un trompo, definitivamente fenece.
Leo en las palmas de mis manos el sabor de las nubes cuando lloran en el invierno.
Es un llanto nostálgico que se abre mientras muero, porque mis plegarias extranjeras
no alcanzan al cielo, y mi corazón se enfría.
Entonces
quiero destruírme pues los lagos de mis ojos desbordan en la soledad que yo me doy,
y que mi sombra aprueba.
Ella podría defenderme, pero se queda quieta, mi sombra.
Una aviesa paloma construye su nido en mi boca.
Yo no lo apruebo, pero no hago nada por salvarme.
Entonces, pronto, acude la muerte,
tenaz, cenegosa.
Impávido, casi soñando,
yo la recibo como un niño.
G.C.
Direc.Nac.del Derecho de autor
- Autor: GuillermoO (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de enero de 2015 a las 11:27
- Categoría: Amor
- Lecturas: 39
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, Claro de Luna
Comentarios2
Muy emotivo y bello tu versar el amor amigo Guillermo
Un placer pasar por tu portal
Saludos de amistad de Críspulo
El Hombre de la Rosa
Perdon por responder tan tarde.
Te agradezco Críspulo tu buena opnion sobre mi escrito, amigo.
saludos de amistad
Guillermo
Que cosa tan triste! sobre todo porque se reúnen todas las muertes. Interesante poema. Saludos
Claro:
muchas gracias por tu lectura y por tus conceptos
saludos
Guillermo
Perdona que responda tan tarde.
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