SABORES DE SAL AMARGA
Vino una mañana con su noche a cuestas,
me miró a los ojos y se disculpó,
dijo que venía cruzando la estepa,
y que le llamaban, la jubilación.
Presentó sus cartas y sus credenciales.
Pronto se hizo dueña de la situación,
me pasó su carga. Dijo: “-innegociable,”
y que debería probar su licor.
Lo bebí expectante. Preguntó “¿A que sabe?”
Tal vez, no supiera responderle yo,
era un sabor seco, como algo que arde,
cicatriz o llaga en el corazón.
Me eché sobre el hombro años de esperanza
que entre risa y juegos una vez viví,
amores tempranos y un sin fin de andanzas
que hicieron mi mundo alegre y feliz.
Luego pasó el tiempo, y las fantasías
se fueron trocando en la realidad;
fueron mis rastrojos, que acumularían
el regusto ocre que la vejez da.
Sabor agridulce como el de la vida
que huele a lamento y a cuarto de atrás,
a tango que evoca con melancolía
dulces melodías de antiguo arrabal.
Valga este poema como último intento
que una vida entera quiere reflejar
en el corto espacio que, en solo un momento
hoy, a mis amigos les quiero brindar.
Adiós a las farras y a la muchachada,
a los compañeros y a la libertad.
Adiós a los blues en las madrugadas
y a cosas que nunca volveré a encontrar.
Me toca a mí ahora andar el camino
tan desconocido y sin vuelta atrás
y que inexorable me alcance el destino
que el último día, seguro traerá.
Viento de Levante
- Autor: Viento de Levante (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de febrero de 2015 a las 14:55
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 60
Comentarios1
Gracias Tauro Chile: mi placer consiste en agradarles a ustedes.
Un abrazo Viento de Levante.
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