Todavía te recuerdan con envidia las rosas, las begonias, las orquídeas,
las margaritas, que abandonadas dejaste en el jardín,
ese jardín que alegremente me robaba tus amores, en las mañanas
pretéritas de fríos donde un café caliente reemplazaba tu calor.
Sedientas están porque no volviste a regarlas,
ya no sienten celos de tu fragancia,
ya no sienten la envidia que le causaba la armonía de tu belleza,
ya no se deshojan con el rubor de tus rosadas mejillas en medio de una sonrisa
capaz de atraer los pájaros silvestres a tu cabellera,
ya no las deslumbras con el brillo de tus ojos que hoy ocupan las luciérnagas
en la noche con su tintinear luminoso.
Ya no las enloqueces con el aroma de fino y costoso perfume Francés,
queriendo imponerse por encima de la fragancia que dispersaban las mariposas
al recolectar el polen en medio de la niebla al amanecer.
Ya no eres, su eterno rival, ya no tienen la necesidad de rivalizar
con tu sorprendente belleza, porque ya no estas.
Nostálgicas están por que no las volviste a visitar, no las volviste
a mimar, no volviste a retirar de su follaje el excremento de los pájaros
que sabiamente regabas en sus raíces para convertirse en abono.
Pero no, lo que no saben es que te fuiste a cuidar anturios,
pompones, amarantos y lirios en otro edén.
No te conocieron las mariposas que nacieron de pretéritas orugas
que dejaste colgadas de espinas de rosas confundidas con
capullos de flores aun sin lucir sus despampanantes colores de primavera.
No te conocen las cigarras que año tras año cantan en semana santa
para luego morir y regresar a la tierra de donde nacieron,
no te conocen los colibríes que nacieron en primavera,
y hoy con sus alas refrescan las flores para acelerar
su fotosíntesis.
Para las orquídeas eres recuerdo plantado en añejas flores
que marchitas yacen en la tierra esperando que un día regreses,
para florecer y ser el deleite de tus ojos de cristal.
Pero no, para el cacto que florece de noche en el centro del jardín
Ya no eres el fantasma que lo visitaba en la oscura noche para
mutilar sus flores que luego lucías sumergidas a medias
en un cristal de murano para que admiraran tu despampanante
cuerpo desnudo revuelto entre suaves mantas de seda en tu alcoba.
Pero no, para mí, sigues siendo la flor de la Siempreviva,
La que sin los cuidados de mis caricias, sobrevive en otra estación,
La que sin recibir la ambrosía de mis besos es feliz en la lejanía,
La que sin ser regada por mis aceites esenciales sigues riéndole a la vida,
Por qué no sientes sed, tus flores no se marchitan, no te cansas ni te destronchas
Con el peso de algún pájaro que sin preguntar haya escogido tus ramas
Para edificar su nido en el verano,
Y a pesar de todo, sigo esperando,
Sigo esperando con paciencia,
Que un día aparezcas con las aves que regresan en verano,
Atraídas por los recuerdos que no murieron en la ausencia,
Por qué no has dejado de hacer falta.
sigues tan viva en mis sentimientos
aún sigo esperanzado que un día aparezcas
con las aves que regresan en verano.
- Autor: juan sarmiento buelvas ( Offline)
- Publicado: 10 de febrero de 2015 a las 12:45
- Categoría: Carta
- Lecturas: 53
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