Relato corto

anbel

Simplemente se sentó en un banco y esperó. No estaba cansada pero le pareció la mejor opción. Hacia frio y la humedad se calaba en los huesos. Se fijó en la gente que pasaba, sus caras estaban pálidas por el frio y llevaban el cuerpo como encogido con las manos resguardadas en los bolsillos o en guantes de colores oscuros. Algunos pasaban apurados, otros como sin prisa, con esa actitud que denota que tanto les da llegar a una hora u otra a casa y los más iban a buen paso para espabilar el frio. Pocas risas veía en sus caras, quizás porque el día estaba triste y la tristeza se colaba en las almas. Muchos iban solos, ensimismados mirando para el suelo y pensando sabe Dios en que, y otros pasaban mirando al frente hacia un punto en el vacío que solo ellos parecían ver. Un grupo de estudiantes pasó por delante, hablando alguno de ellos a la vez, quizás ni entre ellos se escuchaban, pero con ese tono de optimismo  y de ganas de comerse el mundo que solo da la juventud.

Al rato pasó una pareja de mediana edad con cara de aburridos, como si ya se lo hubieran dicho todo y no hubiera más que decir. Sus caras impasibles no eran de desagrado sino de conformismo caminando al mismo paso pero sin tocarse.

Dos niños pasaron y se pararon ante unos charcos; en un pispás estaban saltando con sus botas en ellos, se reían y se retaban el uno al otro para ver quien salpicaba más; de repente fueron agarrados por los brazos de la que intuía debía ser su abuela que tras regañarlos volvió a quedar atrás mientras ellos corrían en busca de otro charco.

Pasó alguien que repartía folletos de publicidad, los entregaba a quien los quisiera coger, aunque eran muchos a los que les costaba sacar sus manos de los bolsillos y miraban para otro lado para evitar tener que coger lo que a ellos nada les interesaba aún sin saber de qué se trataba.

Una mujer pasaba cargada con el carrito de la compra, daba la impresión que le pesaba y le costaba mantener el paso de su acompañante que con un periódico en la mano parecía cada vez apurar más  sin percatarse de los esfuerzo que ella hacía para mantenerse a su lado.

De repente empezaron a caer una gotas que amenazaban otras tantas, miró hacia el cielo gris,se levantó lentamente y se perdió entre la gente…

 

 

  • Autor: anbel (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de marzo de 2015 a las 16:41
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 28
  • Usuarios favoritos de este poema: rosamaritza, kavanarudén
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Comentarios3

  • boris gold

    La vida tiene tantos matices y a veces hasta se da el lujo...de ser aburrida.
    Un abrazo

    • anbel

      Hola Boris...creo que la vida para nada es aburrida, en tal caso los aburridos o los que no le sabemos sacar partido somos nosotros. Un cordial saludo.

    • rosamaritza

      El transcurrir de la vida y su día a día, cada quien en sus cosas, tal como lo describe tu relato mi querida Anbel
      un gusto leerte otra vez. abrazos y besos




      rosamary

      • anbel

        Un abrazo, querida amiga, y agradecerte siempre tu comentario.

      • kavanarudén

        Una más, que no era una más. Era una especial. Que miraba los detalles más pequeños y solo eso lo puede hacer alguien especial. Los detalles son el lenguaje secreto, silencioso de la vida.
        Un gusto pasearme por este relato corto.
        La vi, sentada en ese banco, creo saber que esperaba, también la vi perderse entre la gente yo, estaba a su lado, en silencio y creo que se dio cuenta de mi presencia, pero no estoy seguro. A cierto punto miro hacia donde estaba....
        Un fuerte abrazo.
        Kavi

        • anbel

          Querido Omar, claro que me di cuenta que estabas conmigo...y percibías y sentías lo que yo...cuando el entendimiento es mutuo, sobran las palabras...Un caluroso y fuerte abrazo.



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