CRISTO DE LA BUENA MUERTE

CRISTO DE LA BUENA MUERTE

En tus alas descansa el viento
!oh! Cristo de la buena muerte...
santas son esas maderas
que sostienen a tu cuerpo inerte.

!Helor en tu cuerpo señor! Pues...
también se helaron mis manos,
dos candiles fundidos son, que
tiemblan ante lo mundano.

La eternidad huele a tu perfume,
!padre de todos los santos!
cristo que en tu propia agonía
con tu muerte nos has salvado.

Que se funda mi grito con tu palabra,!tu eres mi suerte!,
mi sostén y mi guía
!oh! Cristo de la buena muerte.

Hoy el cielo es más negro,
redoblan clarinetes de duelo,
por el dolor de acero clavado
que soportaste en el madero.

Pálido mi rostro que se avergüenza
de tanto delirio enfurecido,
vuela tu alma entornó al cielo
por un mundo ya perdido.

Sentenciado de muerte por amor...
!pues que hablé tu corazón solemne! que se haga presente tu lealtad,
!oh! Cristo de la buena muerte.

!callaros! Que Cristo duerme...
sueño que aguanta el pecado,
!callaros! Que tras ese delirio...
un corazón llora desconsolado.

Esas lágrimas son estrellas, que
brotan del rostro de tu madre,
un cielo infinito de pena,
que se cae al llegar la tarde.

Señora y reina, buena y santa,
madre del que reposa yacente,
derretidas pupilas en la mirada...
!oh! Cristo de la buena muerte.