Tiene los ojos más puros. Y su mirada es más bella que sus pupilas. De ellas brota su alma con algunas congojas. Su vida fue una oda a la compañía, por eso alguna astilla. Asistió como nadie. Presencia extrema, disposición activa…
Hoy, tras tantos años, llegó su día. No puedo contenerme. He de entregar su vida. Mórbida y acometida reposa en su lecho. No miro el reloj. Desearía que no existiera el tiempo.
Nada puede hacerse. Irreversible es su estigma. La abrazo como nunca y la llevo al sitio de la sentencia. Llega tranquila, candidez pura.
Su vida se apaga mientras beso su hocico. Me dedica su última mirada, le entrego toda mi esencia. Muerte concreta. Parte quien fue testigo de tantos desconsuelos y máximas lozanías.
Ya en casa huyo de la memoria, me corro del recuerdo. Capitú ya no está, y esto huelo a mausoleo.
- Autor: Meri (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de marzo de 2015 a las 05:57
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 84
- Usuarios favoritos de este poema: Luzbelito, , Aquiles Mirmidon, Javier Carrillo
Comentarios5
Lo siento muchísimo. Un abrazo.
Gracias. Y un abrazo!
Meri.-
No me sale otra cosa que hacer mia tambien esta tristeza tuya. Te abrazo con el alma. Besotes amiga.
Luzbelito
Gracias Hernán, Querido. Y un abrazo!
Meri.-
Muy bello y sentido tu poema, un muy bello homenaje.
feliz día.
Santiago
Agradezco tus palabras, Santiago.
Un saludo,
Meri.-
SIN COMENTARIOS..
Se agradece, Javier.
Un saludo,
Meri.-
Duele cercenarse el alma
arrancando algo
que nos significa tanto
Conozco ese dolor
y mientras enjuago un lagrimón
disfruto de la visión
de tu poético mausoleo
Gracias por tu compañía Enrique.
Un abrazo,
Marisa.-
Gracias por tu compañía Enrique.
Un abrazo,
Marisa.-
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