Tu altanera cabeza con grietas y rupturas es un mero escondite de miedos azorados por la vida que te acorrala. Tu espíritu bullente no perdona, y tu boca ladra sin parar, apuntando como una veleta. Regocijándote en nuestras debilidades evitás el espejo. Te perdiste. Ya ninguna de nosotras quiere compartir con vos. Anclada en esa necedad de nena consentida seguís apuntando con ese dedo que no cesa su labor con sentencias lapidarias. Y sé que a solas sentís que ya no podés ni con vos. Pero la señorial omnipotencia nunca se confiesa ni pide ayuda.
Comentarios5
Muchas personas tendrían que leer esto.. (¿yo también?)
🙂 Digamos que coincido...
Un saludo,
Meri.-
Bueno.. ya lo leí..
María tienes una agudeza poco común para analizar y escribir... fuera de lo común...muy buena prosa poética...ánimo y no ceses de crear...
Pani, no será mucho? 😉 Gracias por visitarme.
Un abrazo,
Meri.-
Celebro tu gran verdad!!!
mucha luz y bendiciones!!
Gracias Amiga, gracias por tu visita.
Cariños,
Meri.-
Es uno de los síntomas de la misma enfermedad que padecemos todos, sólo varía la intensidad del síntoma en cada uno.
Coincido Mario! Agradezco tus palabras.
Un saludo.
Meri.-
Siempre es grato leerte amiga querida.
Recibe un fuerte abrazo de mi parte.
Kavi
Se te extraña... Gracias por visitarme siempre.
Cariños,
Meri.-
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