Nacimiento
Asediaba la tensión y los fríos pasadizos del nosocomio impregnaban una escalofriante incertidumbre, algunos quejidos, llantos y mucha dolencia se percibía en aquel lugar de emergencias… eran horas inseparables de angustias y hermetismo… de pronto la joven madre ya no pudo más… Ella lanzando fuertes gritos fue atendida de inmediato, ya que la fuente se había roto - ella solo era una primeriza – el doctor con suma frialdad la atendía, provocando en ella desesperación, de pronto le dijo: “aun no es hora, falta que dilates un poco más… es muy probable que entre dos o tres horas recién se te pueda hospitalizar”… Ella a pesar de su delicada fortaleza física, sabía que no le quedaba otra sino esperar, era una espera que en la cual se combinaba el dolor con la fuerza del amor por el ser que tenía en su vientre; al cabo de media hora la llevé nuevamente a emergencia porque al verla sufrir tanto era como si me desgarraran mi propia alma, yo quería soportar el dolor de ella, yo quería que Dios se apiade de ella - los recuerdos me inundaban todos los sentidos - recordar que de bebe la tuve en mis brazos, recordar que sus primeras sonrisas y caricias fueron para mí y su madre, recordar que con cuanto ahínco la criamos para que sea una persona de bien, recordar que juntos enfrentamos penas y alegrías, entender que aquella niña pronto se convertiría en una hermosa madre y de la misma forma entender que Dios cumple sus objetivos según su voluntad, hacía que se me oxigene el alma y espíritu…
Eran momentos difíciles, propios de un desenlace que a la postre traería una gran bendición. Una vez que susodicho doctor certificó de inmediato el “Sí” de la hospitalización, ella quedo en las manos de los doctores de turno, irremediablemente nos tuvimos que separar – ordenes eran ordenes – al pasar por los pasadizos (que no se estaban permitidos) escuchaba a mi hija ahogarse en desesperación por el dolor, muchos nudos en la garganta me asfixiaban, sin poder hacer nada… de repente una vigilante amablemente me condujo a las afueras hasta un próximo aviso… me tomé una, dos, tres tazas de café y me fume no sé cuántos cigarrillos… hasta que al fin me llamaron – mi adorada esposa con la fortaleza que le caracteriza y mi yerno, también estaban a la espera – promediaban las 2:00am. cuando me dijeron: “Sr. Toledo, su hija ya dio a luz una hermosa niña, ellas están bien, no se preocupe”… de inmediato agradeciendo a Dios por ese milagro, me acerque y contemplé a esa linda criatura que con cuanto dolor de su madre se ganó el derecho de nacer, mi hija se encontraba como si hubiera sido arrollada por mil caballos pero sumamente feliz… después de una lágrimas que corrían por mi rostro las besé y agradecí al Padre de las luces por haber sido tan contemplativo con ellas y con todos los que las amamos…
Hoy 16 de Marzo del 2015, me vuelvo a sentir una vez más un abuelo agradecido con Dios por el hermoso regalo de haberme obsequiado una linda y hermosa criatura, la cual es – según mi cálida observación – igual a su madre el día en que nació…
¡¡¡Bienvenida a este mundo Leah Tahanni!!!
(victolman)
- Autor: victolman (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de marzo de 2015 a las 17:55
- Comentario del autor sobre el poema: Bendecido me encuentro por mi segunda nieta...
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 84
- Usuarios favoritos de este poema: gisell_v, Giovanna Castellanos
Comentarios2
Experiencias de la vida, sabiduría para los hombres... felicidades por este gran acontecimiento y excelente narración en prosa, saludos.
Felicitaciones, querido POETA amigo.
El relato, de la intranquila, pero hermosa espera, es encantador.
Ahora, a disfrutar de la "doble hija" (sonrisa)
Mi cariño y respeto.
Abrazos
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