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Se han perdido los reflejos en la oscuridad, las huellas volátiles se alejan de mis pasos confusos e interminables a un hecho imaginario y escrito con pudor en mis labios arrojados al silencio. Nada saludo con mi pecho, y el quebrar de los huesos laté el coro de los gigantes enanos dentro de la enfermedad que me aqueja cuando me desgarró el alma al abrir el cuerpo, enfrascando mi llanto en un tiempo cohibido en la congujación de mi pecho, cuando ya el tiempo parece una paradoja de los vivos y los muertos y no hay necesidad para soñar de nuevo con el mito disfrazado de cuento que en un mañana estará camuflado de realidad y será la vida desteñida en mis ojos ajenos y perdidos en la pérdida de perderte vida en una salida fatal respirando cenizas y polvo en la contaminación de esas lágrimas secas que oscurecen los párpados y en un futuro será la tristeza mutilada en el cielo cuando las sombras se lleven su cadáver y también el funeral de los ciegos bajo el amparo de los cuervos y los cantos de las lágrimas que oscurecerán el lamento cuando ya esta realidad no sea ni mi sueño o pesadilla, no cambiará en nada el árbol seco rozando la ventana donde tiró una y otra vez mis ojos y cierro mi alma aventando la vida por esa tierra maldecida y bendecida paradójicamente de cobardía, cuando ya mis números parecieran olvidarse junto al tiempo, y mi pecho no es nada màs que una cortina negra y magra del universo, donde alguna vez abriré mis alas y le dejaré mi lágrima fugaz de la noche a aquella persona que me piensa y se entristecé al recordar la dureza del recuerdo y la alegría mona de esa felicidad que no conocí y tal vez conozco...]