PRIMERA PARTE: DE ESTRAURO A CÓSQUIRE
En un viejo pueblo vivía un grillo llamado Avilio.
El grillo Avilio, visto de buenas a primeras era un grillo común y corriente, tenía sus ojos saltones, sus antenas erguidas, sus tres pares de patas y su par de antenas.
Era uno más de la familia grylloidea que había decidido radicarse debajo de una gigantesca roca a las afueras de ese viejo pueblo donde la vida parecía un verdadero paraíso.
Lo que poca gente sabe es que Avilio había presentado tantos accidentes en su vida que poco a poco se había ido convirtiendo en un grillo distinto, un insecto que con ciertas discapacidades tuvo que enfrentar la vida con más esfuerzos que sus compañeros.
Está es una historia tal vez muy común para muchos grillos, pero dejemos que
sea el propio Avilio quien nos cuente su experiencia.
“ Hola amigos, como saben soy Avilio, un grillo nacido en un hermoso grillal en un pequeño jardín a las afueras de un pueblo llamado “Estrauro”.
“Les cuento que los grillos, al igual que muchos humanos, emigramos del campo a la ciudad buscando mejoras en la calidad de vida, aunque en mi caso
particular en lugar de mejorar la desmejoré, porqué aquí en este pueblo llamado Cósquire, la vida no era tan tranquila como en Estrauro”.
He sufrido mucho porque al parecer para los habitantes de Cósquire la presencia de nosotros es sinónimo de “chancletazos” o “zapatazos”, y nos atacan sin siquiera preguntar qué estamos haciendo; porque al igual que los humanos hay grillos que hacemos el bien y hay otros que hacen el mal”.
“Uf he tenido suerte de escapar muchas veces, pero me han hecho daño ¿saben? Por ejemplo mis dos antenas las tengo hechas de alambre, porque un zapatazo con un calzado talla 45 me las partió. Menos mal que un saltamontes que sabe bastante de herrería me fabricó unas antenas de alambre dulce las cuales me han sido de mucha utilidad”.
“Con respecto a mis alas, ¡ay mis alas, si les cuento!, intentando huir de un sorpresivo atacante corrí a meterme bajo la roca que me sirve de aposento y al momento de entrar alguien que aún no he podido saber quién fue, desplazó la roca y me las maltrató. Quedaron tan dañadas que tuvieron que fabricarme un par de alas de cartón. Por suerte por allí cerca de mi casa vive un comején especialista en cartones y sin cobrar ni un centavo me las construyó.”
“Cuánto le agradezco al saltamontes y al comején que me dieran su valiosa ayuda, sin ellos habría sido difícil seguir viviendo, y aunque ahora en lugar de llamarme Avilio, muchos me digan “el grillo con antenas de alambre y alas de cartón” me siento feliz de seguir con vida.”
“Pienso irme pronto para otro pueblo llamado Lusanquio, pues me dicen que allá los grillos viven como reyes, ya les contaré que tal me vá en esa nueva odisea”.
Contínuará...
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela
- Autor: Diaz Valero Alejandro José ( Offline)
- Publicado: 22 de marzo de 2015 a las 09:43
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 24
- Usuarios favoritos de este poema: Beatriz Blanca, DELICADA ABRIL
Comentarios1
Me has hecho regresar a la infancia, este cuento me trajo recuerdos de las tardes de invierno, sin TV.( pues no existía) mi mamá me leía cuentos y yo dibujaba. Eran días de plena felicidad. Gracias Ale. Un gran abrazo. Bea
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