Saber que la razón no siempre ha de dar zancadas al corazón...

Saber que la razón no siempre
 Ha de dar zancadas al corazón…

Saber que la razón no siempre
Ha de dar zancadas al corazón…
Increíblemente ese temible empujón
Sobre aquella almohada suave
De los sueños postergados por el tiempo,
Esa voz acurrucada por los momentos oscuros
Esas sabanas desvanecidas en el sudor de los perdones
Cruzarían aquel pequeño lago de la ilusión
Y en una simple canción de despedida…
Divagar por los mares del perdón.

Saber que la razón no siempre
Ha de dar zancadas al corazón…
Porque aunque invadan los versos
De un comienzo tormentoso,
Y fueran opacos los grises de mi atardecer
No habría flor alguna que llegue a crecer
En el interior divido de tu alma,
Sin encontrar la calma
De un mundo ajeno a todo lo que siento…

Y así aunque vieras morir mi alma,
Vieras como mi cuerpo se despide de ella
Y pudieras a través de tu mirada poder
Recorrer el río que sangra en mis palabras…
Darías vuelta la espalda,
Caminarías lentamente hacia el marco
De una puerta enorme de madera
Y como quien no pudiera entender
Palabra alguna…
Lucharías mano a mano con mi vida
Entre la razón que no entiende nada
Y el corazón enterrado en la palma de tus manos…

Saber que la razón no siempre
Ha de dar zancadas al corazón…
Porque parado en el umbral de todo lo que siento
Podre ver al fin que llegaste para rescatarme
Del invierno de todos los días…
Del verano increíble en el fuego del cuerpo,
Del otoño desnudo de mi alma…
Y así florecer dentro de una primavera increíble
Podre mirarte a los ojos suavemente
Besarte con dulzura…
Una y otra vez…
Hasta atravesar tu alma de placer.

Christian A. C. Vázquez