Habiéndome ahogado en el calor de las sombras, caminado en las palabras de todos los hombres y volado en la boca de algunas mujeres; quise yo desentenderme del hambre de los vivos, que crece en el espejismo de Roma y que por desgracia todos quieren que se encienda en sus ojos algún día. Y en el momento que ponía en marcha mi anorexia ¡Hele nardo! jeró de pasiones etéreas; dulce a los ojos, los oídos y la muerte misma, caótico como las olas y calmo como el ulular de las hojas que reposan en la higuera; donde la flor maldita acaba conmigo; envenenando mi último alimento.
- Autor: Xavier Silva ( Offline)
- Publicado: 11 de abril de 2015 a las 23:01
- Categoría: Fantástico
- Lecturas: 17
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